¿REFORMA EDUCATIVA CON ESOS LIBROS
DE TEXTO?
Luz María Sánchez
Rovirosa
“Si sabes ser niño sin dejar de ser maestro, si como
sabes preguntar sabes responder, si en lugar de hablar siempre sabes escuchar,
si tus alumnos anhelan parecerse a ti…Entonces tú eres un maestro” Gabriela
Mistral (extracto)
Es maestro el que conquista con su
saber, con su sensatez, con su compromiso, ellos son la estrategia, son la
llave que abre la imaginación, el puente que comunica con el saber. Los buenos
maestros desde las aulas convocan al cambio con sus actos y actitudes. Los
maestros son mucho más que las personas con un mísero salario. Los buenos maestros
buscan integrar al mundo a sus estudiantes, ellos, los que creen en su tarea,
se convierten en gestores del cambio, aun cuando muchos los hagan responsables
de las fracasadas políticas educativas.
-Los verdaderos maestros- no lo saben
todo pero comparten lo que aprendieron y también aprenden de sus alumnos; antes
de hablar escuchan, antes de reprender solucionan. Son democráticos, saben que
las mayorías sólo son legítimas cuando dejan expresarse a las minorías. Ellos
se desprenden de sus creencias para respetar la de todos, son neutrales y dan
espacio para el debate. -Los verdaderos maestros- repiten a sus alumnos las
enseñanzas de sus viejos mentores y evitan las mentiras que otros profesores
les enseñaron.
-Los verdaderos maestros-, son
aquellos que sus alumnos no van a la escuela por una asistencia o por un
crédito, ellos tienen en sus aulas personas antes que alumnos, seres humanos antes
que matrículas, identidades antes que datos estadísticos.
Ser maestro tiene su claroscuro, y
en la vida, casi todo, por no decir todo tiene su lado bueno y su lado malo. Es
muy difícil y delicada la postura que tienen hoy los maestros que se están
manifestando y continúan en paro y mucho más difícil, pero valiente la forma de
llevarlo a cabo. En este caso, sí se debe tener una postura realista que atienda
y rectifique lo malo y valore sin fantasías lo bueno, y ellos, los maestros
(y también las autoridades), saben muy bien distinguir la diferencia.
Desde fuera, con óptica ciudadana e imparcial, al
hablar del lado oscuro, podemos ver a los maestros sepultados en su bajo
salario y más a fondo todo lo que ese salario significa, es decir, el poco
reconocimiento que hacia ellos se tiene y que los acompaña como una mala
sombra. En el lado oscuro también están los escasos recursos con los que
cuentan para realizar su tarea, fuera de los libros de texto (hoy llenos de
faltas de ortografía y graves errores gramaticales, que el Secretario de
Educación Emilio Chuayffet Chemor, permitió que se repartieran, sin
justificación alguna), sólo les queda la imaginación y la voluntad; pero sobre
todo, la poca atención que a las
autoridades les merecen, si no es por medio del sindicato.
De todos es sabido que dentro del mundo
del magisterio, impera la corrupción con reglas del juego que en nada los favorecen
(individualmente) a ellos, pero que tienen que aceptar a través del sindicato,
a base de manipulación (votos corporativos) y muchas veces abusos. Ahora aunemos a todo esto la
pobreza, la precariedad de los alumnos, que desnutridos tienen serios
problemas de atención y por lo mismo de aprendizaje (la mayoría), que son víctimas
de la violencia intrafamiliar, del abandono, de la ignorancia de los padres, de
los abusos (de toda índole), etc.
-Los verdaderos maestros- en el
pasado, ejercieron sólo con un gis, una pizarra y un –salón de clases- desvencijado
desde una escuela pública en la que se soñaba con una nación de integración, de
desarrollo, con deseos de superación, con respeto y con cariño.
El maestro de hoy, tiene que saberse
artífice del cambio o ser un cómplice importante del letargo en que vivimos.
Los alumnos, también de hoy son niños y jóvenes que ven mutiladas sus
expectativas en un país que se debate en la guerra, en la violencia, en la
ambición, en la corrupción, en la prepotencia, en el egoísmo, y en la eterna indiferencia;
en las promesas políticas que nunca (o casi nunca) se cumplen. Para las autoridades, para los gobiernos, es difícil reconocer la escuela pública o
privada, como el espacio institucional y digno que México requiere.
El problema magisterial que tiene
sumergido al país en una vorágine, viene de la confusión de las autoridades al
permitir que los maestros y los sindicatos sean tratados como dos situaciones completamente
ajenas. Los maestros luchan contra una política de medios que los despedazan,
que los juzga por los resultados estándares, en un país en donde en las escuelas priva
la desigualdad y la injusticia.
Para aceptar la Reforma Educativa en
plenitud, hay que aceptar primero que México requiere maestros de primera (existen
muchos), con escuelas de primera (demasiado pocas), con salarios de primera (no
existen). México necesita una Reforma de primera, con verdaderos recursos
presupuestales y no limosnas para la docencia, y dejar de lado el eterno
pleonasmo -educación de calidad-; porque hablar de educación, es hablar de calidad,
y usar el término correcto que es -calidad educativa- o -calidad en los
procesos que llevan a la educación-.
Si queremos que México cambie es
prioridad recobrar la confianza en nosotros mismos como personas y como
sociedad, en nuestros compatriotas, en la policía, en el ejército, en los
maestros, en los ministros de culto y por supuesto en nuestras autoridades.
Recobrar la confianza en el presente para caminar hacia el futuro con justicia,
igualdad, oportunidad y demás necesidades sociales del bien común, para que
dejen de ser utopías y se conviertan en una realidad donde aprendamos a llamar
bien al bien y mal al mal. Quizá más que -indignación social- (por las
protestas del magisterio), la tensa situación que se vive, -es un pecado social- que nos llama a corregir el
rumbo rápidamente, porque vamos en sentido contrario. ¡Vale la pena
reflexionarlo!