¿EL ABORTO COMO
ANTICONCEPTIVO?
Luz
María Sánchez Rovirosa
“Dos cosas llenan el ánimo de admiración y
respeto, siempre nuevos y crecientes, cuanto con más frecuencia y aplicación se
ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí”.
Kant.
El
aborto es la interrupción del proceso fisiológico del embarazo, causando la
muerte del producto de la concepción (embrión o feto), dentro o fuera del
claustro materno.
La
expresión aborto deriva de la voz latina “Abortus”: Ab-mal; Ortus-nacimiento,
es decir, parto anticipado, privación del nacimiento antes de del tiempo
natural.
Se
entiende el aborto como delito, aquel cometido de manera intencional
(premeditación, alevosía y ventaja), y que provoca la interrupción del embarazo,
causando la muerte del embrión o feto dentro del vientre, o logrando su
expulsión.
Nuestro
Código Penal, considera el aborto terapéutico como único caso no punible y
contempla así mismo dos condiciones para el aborto: Ética, cuando la mujer
resulta embarazada como consecuencia de una violación y Eugenésica, cuando
existe grave riesgo para la vida de la madre y el feto, o existe la posibilidad
de afectaciones graves tanto genéticas como congénitas en el no nacido.
Ahora
bien, toda la polémica respecto a este tema, nace de premisas establecidas, los
argumentos a favor o en contra de la sociedad, se fundan (única y
exclusivamente), en apreciaciones personales o de grupos.
¿Cuándo
comienza la vida? Una discusión que nos sumerge en un mundo (pudiéramos decir)
fantástico, en el que se exponen las más variadas opiniones, en las cuales vale
la pena relevar la religiosa y la científica.
La
opinión religiosa se sostiene en la defensa de la vida y la familia, pero no da
muchas opciones, ya que no considera los derechos sexuales y reproductivos de
mujeres y hombres, puesto que no está de acuerdo en las opciones
anticonceptivas modernas (y artificiales),
permitiendo sólo las naturales (casi siempre inseguras y muy fáciles de
violar), para la planificación familiar, la explotación demográfica y como
consecuencia la eliminación de la pobreza.
La
científica, basa sus teorías en el momento que comienza la vida. Pero reitero:
¿Cuándo comienza la vida? La disyuntiva
es: ¿La vida comienza en el mismo instante de la fecundación, a las 12 semanas
de gestación, cuando es embrión o se convierte en feto?
Difícilmente
la misma ciencia puede asegurar esta incógnita, pues ningún ser humano ha
podido introducirse al vientre materno nuevamente, para tener la certeza que
los microorganismos o células que traen la carga genética que hacen que los
seres humanos seamos únicos e irrepetibles, no tienen sensaciones una vez
fecundados.
Así
que me parece completamente absurdo, discutir sobre un punto que no tiene una
solución, pues finalmente y desafortunadamente, es cuestión de opiniones.
Por
lo tanto, la despenalización del aborto tiene tantos argumentos como los da la
imaginación, y que se vuelven criterio, y por tanto los que coinciden con esta postura
los van adquiriendo de manera gratuita, ya que ni siquiera les tomo tiempo
pensarlo por sí mismos.
Y he
aquí una de las principales causas que se miran desde la óptica del pro-aborto,
y es el trillado “para que traer niños al mundo, si van a sufrir las
consecuencias de nacer no deseados”; entre una sociedad ya de por sí enferma de
problemas sociales, con miseria, desigualdad, la ignorancia, el desempleo,
violencia e injusticia, y que en un patético grito de dolor, las mujeres claman
una legislación en pro del aborto, que supuestamente les permita mejor calidad
de vida, y la seguridad que no morirán a consecuencia de las condiciones
clandestinas en que se les practican los abortos; aun cuando hay tantas madres
que todavía mueren de parto.
¿Entonces
el no traer niños no deseados a este valle de lágrimas, en el cual si nacen, se
volverá delincuentes drogadictos, violadores, va a mejorar el mundo, hace tan necesario
(según postura) legalizar el aborto como un derecho fundamental que toda mujer
debe tener, pues es una decisión íntima que hacen sobre su cuerpo?
Hasta
aquí podemos decir, que todo criterio expuesto es válido (y lo seguirá siendo),
pero hay una cuestión dentro de esta cuestión; sin duda alguna la más
importante, que parece que no ha sido tomada en cuenta, ni por la religión, la
ciencia, los pro y contra el aborto.
Y es
exactamente donde este serio problema, adquiere su máxima dimensión: cuando el
aborto es utilizado como recurso anticonceptivo, es decir, sin ninguna
justificación de ninguna clase, sino simplemente, como un medio de evitar una
obligación, consecuencia de haber actuado con irresponsabilidad previa, cuando
existen múltiples y eficaces medios anticonceptivos para evitarlo.
La
ley, la religión, la ONU (y demás organizaciones), y la sociedad, deben tomar
en cuenta en sus posturas y proyectos, antes que otra cosa, las consecuencias
de esta falta de moral social de los individuos, al abrirles las puertas al
desenfreno y la posibilidad de actuar con tanta irresponsabilidad. No les vaya
a salir el tiro por la culata, siempre es mejor la prevención, que solucionar
problemas que tantas veces, se les salen de las manos. ¡Vale la pena
reflexionarlo!
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