miércoles, 28 de mayo de 2014

"PAMBA A SAMY"








“PAMBA A SAMY”

Luz María Sánchez Rovirosa

“Lo más atroz de las cosas malas de la gente, es el silencio de la gente buena”

 

Recuerdo hace muchos años, (como si la estuviera escuchando de nuevo), la historia de Samy víctima de acoso escolar (bullying), con mucha, demasiada violencia que terminó (como casi todas), fatalmente. El relato inmerso en aquellos tiempos, no dista ser diferente de lo que hoy seguimos siendo testigos sobre este tema.

Samy, un muchacho de 14 años, que lo marcó el destino (hijo de refugiados polacos, después de la Segunda Guerra Mundial), repudiado simplemente (a decir del agresor), por ser diferente, es decir, por profesar otra religión y otras costumbres, aun cuando la escuela en cuestión, era laica.

Su agresor, quizá lo escogió por azar y cualquier motivo era bueno. Lo estigmatizó para hacerlo sufrir insanamente, durante su triste estadía en la escuela.

Con una facilidad impresionante, puso a todo el salón de clase en su contra (al estilo hitleriano), y muchos (sin valor para liderar semejante situación), encontraron en esa –oportunidad- un goce interno lastimándolo.

Cuando el adolescente que presidía las agresiones les gritaba “pamba a Samy”, todos se lanzaban, no solo a golpearlo, jalonearlo y escupirlo, sino a romperle sus cuadernos, lápices y libros; a lo cual el maestro titular del grupo (secundaria), simplemente se limitaba a decirles: “que gachos” (sic).

Esto lo sufría Samy dentro de la escuela, pero de regreso a casa, en el tranvía Valle, en México D.F., justo en la antigua glorieta del Riviera (famosa por su difícil tránsito); la -fiesta seguía- y entonces a la voz de “pamba a Samy”, los que viajaban en ese medio de transporte (incluso los que no eran sus compañeros de salón), se le aventaban y le tiraban sus pertenencias a la calle por los vidrios del tren en movimiento.

Y uno se pregunta: ¿Qué ser humano puede aguantar una historia escolar diaria así? Pues bien, Samy no la aguantó.     

La violencia entre estudiantes, es un grave problema que tiene consecuencias muy costosas para la sociedad. El llamado “Bullying”, es una situación muy común en los planteles públicos o privados (mientras más grandes las escuelas, más se da), sobre todo en los niveles de educación básica y secundaria; pero las investigaciones de expertos señalan, que este grado de violencia puede continuar durante toda la vida.

México ocupa a nivel mundial, el primer lugar en casos de bullyin; se estima que en nuestro país, de cada 10 estudiantes, 7 pueden ser (al mismo tiempo) víctimas, agresores y testigos; por esta razón cuando el bullying se da desde el preescolar, es muy frecuente que continúe durante los siguientes niveles y que muchos niños y jóvenes que padecen esta situación, lleguen a cometer suicidio, se conviertan en criminales, violadores, incluso lleguen a ser asesinados por sus compañeros (como en el reciente caso de Tamaulipas).

En días pasados (“después del niño ahogado, el pozo tapado”), el gobierno estatal de Guerrero, envió tres iniciativas al Congreso (para su análisis), para sancionar el bullying. Con estas iniciativas (que ojalá los diputados las analicen rápido y concienzudamente), se busca dar protección a los derechos de los niños, y por primera vez dentro de este marco, se da inclusión a los adolescentes.

Dice el procurador (Martínez Garnelo) que se trata de impulsar tres leyes “especiales”, cuyo objetivo es adecuar los instrumentos legales, para sancionar el acoso escolar, así como brindar protección a los derechos fundamentales de los niños, niñas y adolescentes (dentro y fuera) de las escuelas.

Los niños, niñas y adolescentes, saben perfectamente lo que significa bullying, aunque (lógicamente) no saben cómo lidiar con esta situación por si mismos; tanto en el papel de víctima, de agresor o de espectador.

Pero ¿qué tanto sabemos los adultos (padres, hermanos, docentes, gobierno y sociedad), sobre este delito para ponerle un freno?

Por supuesto que como toda situación indeseable, el bullying se puede prevenir desde los hogares, y por supuesto dentro de las escuelas, capacitando a los maestros, para que se hagan responsables y sepan manejar adecuadamente esta situación, en todos los casos. ¿Pero uno se pregunta, si el examen para evaluar a los maestros (que tanto le ha costado a la educación), incluye temas de tal envergadura?

La intervención del gobierno, familiares, docentes y sociedad, es la única vía posible de prevenir el bullying. Tenemos que ser conscientes, que el acoso escolar (no atendido) puede llevar a extremos muy peligrosos, bastante ayudado por la televisión, que se ha convertido en un arma fatal, para hacer del bullying un estereotipo a seguir. ¿Por qué no utilizarla justo para lo contrario?

Estos problemas no deberían existir, nacemos iguales en derecho y dignidad. ¿Por qué es tan difícil llevar a cabo lo que nuestras leyes nos otorgan, fuera de sus textos? El bullying es un delito que hay que combatir día a día, y la solución empezará cuando los responsables nos sintamos comprometidos a evitarlo. ¡Vale la pena reflexionarlo!  

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