LA
FRANJA
Luz María Sánchez
Rovirosa
¿“No es cruel que digamos
que el comportamiento de los israelíes sionistas con el pueblo original de
Palestina, es similar a la persecución nazi contra los propios judíos”? Mahmud
Darwis (Poeta Palestino).
-Más allá de los milenarios
orígenes de Jerusalén; en la disputa entre Israel y Palestina, ha corrido un
río de sangre, que no lo ha podido detener la historia-.
En el año 1900 estaban
asentados en Palestina (aproximadamente) 500 mil árabes y 30 mil judíos. Si en
estos tiempos, dentro del territorio palestino hay millones de israelíes y
miles de árabes, no nos es muy difícil adivinar quiénes son las víctimas de
este criminal conflicto, en el cual la población natural de ese pedazo de
tierra, ha sido forzosa e injustamente remplazada por otra.
Esta extraña y dolorosa situación
surgió a fines del siglo pasado, y fue planeada como -última finalidad- de los
judíos errantes, para consolidarse como un nuevo estado europeo, cuando ya no
existía en ese Continente posibilidad para ello; así que necesariamente tendrían
que buscarlo fuera de Europa.
La descarriada y malsana ideología
sionista, no pudo o no quiso encontrar otra “solución”, que hacer creer que
Palestina era un lugar deshabitado; y aun sabiendo que cometerían una grave
injusticia (porque allí vivían los árabes), para ellos simplemente resultó que Palestina
era una tierra sin pueblo, que tenía que ser ocupada, por un pueblo sin tierra.
Así que el proyecto de un
Estado Judío en Palestina, se convirtió en una cruel realidad, y los miles de sobrevivientes
de los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial, fueron canalizados
hacia esas tierras, también como una solución a su exterminio por los nazis (neo-nazis)
que aún quedaban y que los odiaban tanto, tergiversando su propia tragedia
xenofóbica, al emularlos con creces con gente inocente, que nada tenía que ver
con su terrible sufrimiento.
Corriendo el año 1947, Gran
Bretaña (país que lideraba a los árabes) anunció (después de serias
complicaciones políticas y sociales), que ya no estaba dispuesta a seguir
gobernando Palestina, y devolvió a la Organización de las Naciones Unidas
(ONU), el errado mandato que le había sido (equivocadamente) entregado por
decisión de la Liga de las Naciones.
La organización discutió la
controversial renuncia durante 7 meses, para finalmente dar una solución
salomónica: Palestina sería dividida en 2 estados, uno judío y uno árabe, y así
fue que el 29 de noviembre de ese mismo año, se aprobó el “Plan de Partición”, que
lamentablemente desencadenó hasta el día de hoy (como somos testigos), la
xenofobia, el éxodo, el terror de una guerra sin fin, el genocidio y la
desgracia del pueblo palestino, vilmente despojado de sus tierras, de su
dignidad y de sus vidas.
En el mapa del -territorio
dividido-, uno (Israel) si se convirtió en Estado; y el territorio geográfico asignado
para ellos, abarcaba el 60 por ciento de las mejores tierras para habitar y
para cultivo, en las que miles de judíos se asentaron, junto con una porción
mucho menor de palestinos.
El 40 por ciento restante de
la topografía, que (hasta nuestros días) no ha podido convertirse en Estado y el
que “misteriosamente” hoy forma parte de Israel (y no lo contrario); se asentaron
en menos tierras, más palestinos que judíos; quedando de esta manera los árabes,
relegados de sus tierras que desde ancestrales tiempos les pertenecían y siempre
habían cultivado.
Así, desde la injusta división
geográfica del territorio palestino, una y otra vez las agresiones se han
recrudecido, y podemos ver con repulsión y angustia en los medios de
comunicación, las escenas de triunfo, de orgullo, de brutalidad y terror del -supuesto
conquistador-, sobre los cadáveres de sus -supuestos conquistados-, como si
fueran trofeos y no seres humanos; ante la pasividad, silencio y (al parecer)
permisividad de todas las organizaciones internacionales, incluyendo las de
defensa de los Derechos Humanos.
¿Qué podría ser más difícil,
y qué dimensión se le puede dar a esta tragedia de odio racial, en la que los (ancestros)
y/o los agresores de hoy, fueron víctimas de lo mismo alguna vez?
Palestina, que en algún
momento de la historia fue “La Tierra Prometida”, hoy se ha convertido en un
territorio descuartizado, cercado, vejado, violado y atacado por sentimientos de
odio racial profundo, que lo hacen cada día, un lugar económicamente no viable
y humanamente intolerable. ¡Vale la pena reflexionarlo!
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