jueves, 10 de julio de 2014

LA FRANJA



LA FRANJA
 

Luz María Sánchez Rovirosa

¿“No es cruel que digamos que el comportamiento de los israelíes sionistas con el pueblo original de Palestina, es similar a la persecución nazi contra los propios judíos”? Mahmud Darwis (Poeta Palestino).

-Más allá de los milenarios orígenes de Jerusalén; en la disputa entre Israel y Palestina, ha corrido un río de sangre, que no lo ha podido detener la historia-.

En el año 1900 estaban asentados en Palestina (aproximadamente) 500 mil árabes y 30 mil judíos. Si en estos tiempos, dentro del territorio palestino hay millones de israelíes y miles de árabes, no nos es muy difícil adivinar quiénes son las víctimas de este criminal conflicto, en el cual la población natural de ese pedazo de tierra, ha sido forzosa e injustamente remplazada por otra.

Esta extraña y dolorosa situación surgió a fines del siglo pasado, y fue planeada como -última finalidad- de los judíos errantes, para consolidarse como un nuevo estado europeo, cuando ya no existía en ese Continente posibilidad para ello; así que necesariamente tendrían que buscarlo fuera de Europa.

La descarriada y malsana ideología sionista, no pudo o no quiso encontrar otra “solución”, que hacer creer que Palestina era un lugar deshabitado; y aun sabiendo que cometerían una grave injusticia (porque allí vivían los árabes), para ellos simplemente resultó que Palestina era una tierra sin pueblo, que tenía que ser ocupada, por un pueblo sin tierra.

Así que el proyecto de un Estado Judío en Palestina, se convirtió en una cruel realidad, y los miles de sobrevivientes de los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial, fueron canalizados hacia esas tierras, también como una solución a su exterminio por los nazis (neo-nazis) que aún quedaban y que los odiaban tanto, tergiversando su propia tragedia xenofóbica, al emularlos con creces con gente inocente, que nada tenía que ver con su terrible sufrimiento.

Corriendo el año 1947, Gran Bretaña (país que lideraba a los árabes) anunció (después de serias complicaciones políticas y sociales), que ya no estaba dispuesta a seguir gobernando Palestina, y devolvió a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el errado mandato que le había sido (equivocadamente) entregado por decisión de la Liga de las Naciones.

La organización discutió la controversial renuncia durante 7 meses, para finalmente dar una solución salomónica: Palestina sería dividida en 2 estados, uno judío y uno árabe, y así fue que el 29 de noviembre de ese mismo año, se aprobó el “Plan de Partición”, que lamentablemente desencadenó hasta el día de hoy (como somos testigos), la xenofobia, el éxodo, el terror de una guerra sin fin, el genocidio y la desgracia del pueblo palestino, vilmente despojado de sus tierras, de su dignidad y de sus vidas.

En el mapa del -territorio dividido-, uno (Israel) si se convirtió en Estado; y el territorio geográfico asignado para ellos, abarcaba el 60 por ciento de las mejores tierras para habitar y para cultivo, en las que miles de judíos se asentaron, junto con una porción mucho menor de palestinos.

El 40 por ciento restante de la topografía, que (hasta nuestros días) no ha podido convertirse en Estado y el que “misteriosamente” hoy forma parte de Israel (y no lo contrario); se asentaron en menos tierras, más palestinos que judíos; quedando de esta manera los árabes, relegados de sus tierras que desde ancestrales tiempos les pertenecían y siempre habían cultivado.

Así, desde la injusta división geográfica del territorio palestino, una y otra vez las agresiones se han recrudecido, y podemos ver con repulsión y angustia en los medios de comunicación, las escenas de triunfo, de orgullo, de brutalidad y terror del -supuesto conquistador-, sobre los cadáveres de sus -supuestos conquistados-, como si fueran trofeos y no seres humanos; ante la pasividad, silencio y (al parecer) permisividad de todas las organizaciones internacionales, incluyendo las de defensa de los Derechos Humanos.

¿Qué podría ser más difícil, y qué dimensión se le puede dar a esta tragedia de odio racial, en la que los (ancestros) y/o los agresores de hoy, fueron víctimas de lo mismo alguna vez?

Palestina, que en algún momento de la historia fue “La Tierra Prometida”, hoy se ha convertido en un territorio descuartizado, cercado, vejado, violado y atacado por sentimientos de odio racial profundo, que lo hacen cada día, un lugar económicamente no viable y humanamente intolerable. ¡Vale la pena reflexionarlo!

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