miércoles, 11 de marzo de 2015

LA CRÍTICA EN ELECCIONES





LA CRÍTICA EN TIEMPOS ELECTORALES

 

Luz María Sánchez Rovirosa

“La información, tal como se suministra hoy a los periódicos y tal como éstos la utilizan, no puede prescindir de un comentario crítico”. Albert Camus

La crítica es la reacción o la opinión personal y/o analizada sobre un tema. Viene del griego Kritikós que quiere decir: capaz de discernir.

 Como estrategia, la crítica suele definirse como una práctica de comunicación madura, en la cual la persona que la hace expresa sus convicciones y defiende su postura con una conducta respetuosa, pero sin las limitantes típicas (en cada caso) como son la lisonja, la adulación;  o la envidia, la culpa, el coraje y/o la venganza.

La crítica es relacionada frecuentemente a la polémica, ya que muchas veces al hacerla, se produce un desacuerdo entre dos o más opiniones; así que definitivamente, el sustento de la crítica es el criterio.

Llegando al punto que hoy me ocupa y me preocupa, algunas personas sostienen que la crítica política generalmente es un argumento adverso, que daña a los actores y por ende la sociedad de un país, de un estado, de un municipio o de una comunidad, y en algunos casos, sostienen fervientemente, que atenta contra el orden público.

Pero pese a todos estos argumentos, la crítica política es un mecanismo indispensable, que permite debatir los asuntos de interés común en su más amplio sentido; siendo muy necesario dentro de un -sistema democrático-, donde la participación de la sociedad no debe restringirse únicamente a ser simples ciudadanos sin voz (pero curiosamente sí con voto); sino una sociedad con civismo y con iniciativas de contribución, mediante su opinión en la gestión pública.

Hoy inmersos nuevamente en tiempo de elecciones y por supuesto de campañas, es muy común que se hagan comentarios lisonjeros hacia los protagonistas involucrados en estos trances, los cuales se consideran como crítica sana o constructiva; aun cuando ésta sea puramente de interés particular.

Pero cuando la crítica ya sea por medio de grupos o de forma individual, señala los errores y las inconformidades, entonces sí que –casi siempre- molesta a quien o quienes son objeto de ella, incluyendo a sus aduladores, que en estos casos la denominan equivocadamente como -crítica destructiva-.

Puede uno estar muchas veces de acuerdo y otras no al simpatizar con algún candidato de forma civilizada, pero no entiendo por qué se enojan tanto algunos políticos y casi siempre sus porristas, cuando se les hace una crítica, que no sea para agradarlos.

Desde que los postulantes están tratando de acceder a cualquier “jerarquía de poder”, saben perfectamente bien que como personas públicas, trabajarán en un quehacer público, y lo más importante es que lo harán con dinero “público”, es decir, dinero del pueblo (vía tributos) al que sirven o servirán; tienen que entender que no toda la gente va a estar de acuerdo con sus propuestas, o en su caso, con la forma de ejercerlas y que muchas veces, se tiene la obligación de denunciar las malas prácticas de quienes estuvieron, están en cargos públicos o aspiren a ellos (campañas).

Cualquier análisis serio del panorama político de nuestro país, hoy especialmente en el estado de Guerrero y en el municipio de Acapulco, debería hacernos reflexionar que la inclinación genuina por algún participante en períodos de excitación mental, es decir, en tiempos electorales, no deben ser, para adular al preferido o denostar al no querido, por purísima conveniencia.

Y a propósito, a punto de acomodarse las piezas del –rompecabezas político- en el municipio de Acapulco, hoy haremos una breve pausa con el Revolucionario Institucional (PRI), partido –que parece tener- dificultades en su elección interna para postular al alcalde, por una buena cantidad y variedad de motivos, como son la medición de fuerza de las estructuras y grupos “caciquiles” dentro de sus filas.

Así que a –jalones y estirones-, pero con “hermetismo total”, cuatro aspirantes se encuentran esperando que se dé el banderazo en la –parrilla de salida-. Julieta Fernández Márquez, Rubén Figueroa Smunty, Fermín Alvarado Arroyo, y el último en decir yo: Marco Antonio Terán Porcayo.

Obvio resulta saber, quiénes están detrás de los dos primeros nombrados. Lo que nos mantiene en ascuas, es saber quién o quiénes cobijan a los otros dos; porque seguro es, que cuentan con un buen padrinazgo para llegar hasta allí. ¡Vale la pena reflexionarlo!

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