POSDATA:
QUESADILLAS DE CAZÓN
Luz María Sánchez
Rovirosa
“Tenemos
justicia, cuando damos justicia a los demás” Gandhi
Cuando se pregunta a los
ciudadanos qué es lo que le pedirían a recién elegidos gobernantes que
atendieran como prioridad (en este caso) para el estado de Guerrero y el puerto
de Acapulco; la mayoría respondería: La seguridad pública.
Sabemos muy bien, que aunque
la delincuencia organizada no forzosamente es un fenómeno asociado a la
pobreza, a los bajos salarios y al desempleo (prueba de ello es que también está
enraizada en países del primer mundo), a partir de la crisis financiera y de
valores (que cada día se acrecienta), se han vuelto más frecuentes y más graves
(por la forma en que se dan) los hechos de violencia, al grado que la
desconfianza y el temor, es el tema que más preocupa entre la población.
Sin
embargo, reflexionando los hechos tan graves que últimamente acontecen, el
problema real de la criminalidad y la inseguridad, no es la delincuencia misma,
sino la impunidad tan flagrante que existe alrededor de ella. Las cifras de la
delincuencia organizada, del tráfico de armas, las extorciones, el cobro por
derecho de piso, los secuestros, la trata de personas y la explotación sexual
comercial infantil en todas sus modalidades, son aterradoras; así que el
gobierno sí debería poner toda su atención a la procuración de la justicia, con
el primordial fin de tratar de eliminar la impunidad.
Se sabe
que la delincuencia es un hecho que se da en todas las sociedades (sobre todo
si son permisibles); pero en las sociedades decentes, pensantes y con valores, respetan
las leyes, en las cuales se establecen sanciones para los delitos y para los
hechos criminales y de verdad se castiga a quienes los cometen.
Pero
cuando éstas se quebrantan o el gobierno permite las acciones que las violan,
que van en contra de la seguridad y la tranquilidad del pueblo, es cuando se
pone en entredicho a todas las personas que tienen a su cargo la administración
pública de un lugar.
Vale
la pena hoy, a un paso de –empezar una nueva administración- estatal y
municipal, que democracia sin gobernabilidad es una contradicción, pero sobre
todo es un peligro ¿De qué nos sirven los procesos electorales a cada rato
supuestamente “eficientes” y “legales” y la retorcida demagogia, si después
cuando llegan no pueden garantizar ni la seguridad, ni la procuración de
justicia conforme al imperio de la ley?
Es
importante que el pueblo razone, comprenda que no las administraciones no son mejores,
solo con el cambio de los políticos o de los partidos. La reflexión es, que Héctor
Astudillo y Evodio Velásquez, trabajen como se debe, es decir con honestidad, con
ética, en un Estado de derecho.
Hay que
tener dignidad pero sobre todo responsabilidad, y convenir al elegido, aun
cuando no sea el -favorito- de nosotros. Hay que exigirle la con la razón de
ciudadano preocupado; no solo por todos los tipos favores (incluyendo el financiero),
que cobraré, o por la amistad (política) que nos une; porque la justicia
reclama su lugar en cada uno de nosotros, en nuestras existencias, en las de
nuestras familias y las de nuestro prójimo.
Nunca un
ser humano, -que sea humano-, puede llegar a acostumbrarse a la injusticia, porque
incluso el más cruel criminal que con sus malas acciones riega la injusticia y
el dolor por todos lados; sufre cuando es objeto de la violencia y la injusticia.
“Lo que es injusto para unos, nunca puede ser justo para los otros”.
A manera
de posdata, no quiero dejar de comentar, la tristeza que me dio ver al ex
candidato a presidente municipal por El Partido Verde Ecologista,
Joaquín Badillo, vanagloriándose en las redes “sociales”, por haber hecho una
pesca –extrema- de 20 bebés tiburón, especie controlada, y por lo tanto,
prohibida su captura. ¿Cómo se va a disculpar de tan grave e irresponsable acción,
en la cual involucra a sus pequeños hijos? Quesadillas de cazón para el comedor
de Jobamex, su empresa magnate, especialista (a propósito) en seguridad, pero
privada. Lamentable ¡Vale la pena reflexionarlo!
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