jueves, 20 de agosto de 2015

POSDATA: QUESADILLAS DE CAZÓN





POSDATA: QUESADILLAS DE CAZÓN

 

Luz María Sánchez Rovirosa

“Tenemos justicia, cuando damos justicia a los demás” Gandhi

Cuando se pregunta a los ciudadanos qué es lo que le pedirían a recién elegidos gobernantes que atendieran como prioridad (en este caso) para el estado de Guerrero y el puerto de Acapulco; la mayoría respondería: La seguridad pública.

Sabemos muy bien, que aunque la delincuencia organizada no forzosamente es un fenómeno asociado a la pobreza, a los bajos salarios y al desempleo (prueba de ello es que también está enraizada en países del primer mundo), a partir de la crisis financiera y de valores (que cada día se acrecienta), se han vuelto más frecuentes y más graves (por la forma en que se dan) los hechos de violencia, al grado que la desconfianza y el temor, es el tema que más preocupa entre la población.

Sin embargo, reflexionando los hechos tan graves que últimamente acontecen, el problema real de la criminalidad y la inseguridad, no es la delincuencia misma, sino la impunidad tan flagrante que existe alrededor de ella. Las cifras de la delincuencia organizada, del tráfico de armas, las extorciones, el cobro por derecho de piso, los secuestros, la trata de personas y la explotación sexual comercial infantil en todas sus modalidades, son aterradoras; así que el gobierno sí debería poner toda su atención a la procuración de la justicia, con el primordial fin de tratar de eliminar la impunidad.

Se sabe que la delincuencia es un hecho que se da en todas las sociedades (sobre todo si son permisibles); pero en las sociedades decentes, pensantes y con valores, respetan las leyes, en las cuales se establecen sanciones para los delitos y para los hechos criminales y de verdad se castiga a quienes los cometen.

Pero cuando éstas se quebrantan o el gobierno permite las acciones que las violan, que van en contra de la seguridad y la tranquilidad del pueblo, es cuando se pone en entredicho a todas las personas que tienen a su cargo la administración pública de un lugar.

Vale la pena hoy, a un paso de –empezar una nueva administración- estatal y municipal, que democracia sin gobernabilidad es una contradicción, pero sobre todo es un peligro ¿De qué nos sirven los procesos electorales a cada rato supuestamente “eficientes” y “legales” y la retorcida demagogia, si después cuando llegan no pueden garantizar ni la seguridad, ni la procuración de justicia conforme al imperio de la ley?

Es importante que el pueblo razone, comprenda que no las administraciones no son mejores, solo con el cambio de los políticos o de los partidos. La reflexión es, que Héctor Astudillo y Evodio Velásquez, trabajen como se debe, es decir con honestidad, con ética, en un Estado de derecho.

Hay que tener dignidad pero sobre todo responsabilidad, y convenir al elegido, aun cuando no sea el -favorito- de nosotros. Hay que exigirle la con la razón de ciudadano preocupado; no solo por todos los tipos favores (incluyendo el financiero), que cobraré, o por la amistad (política) que nos une; porque la justicia reclama su lugar en cada uno de nosotros, en nuestras existencias, en las de nuestras familias y las de nuestro prójimo.

Nunca un ser humano, -que sea humano-, puede llegar a acostumbrarse a la injusticia, porque incluso el más cruel criminal que con sus malas acciones riega la injusticia y el dolor por todos lados; sufre cuando es objeto de la violencia y la injusticia. “Lo que es injusto para unos, nunca puede ser justo para los otros”.

A manera de posdata, no quiero dejar de comentar, la tristeza que me dio ver al ex candidato a presidente municipal por El Partido Verde Ecologista, Joaquín Badillo, vanagloriándose en las redes “sociales”, por haber hecho una pesca –extrema- de 20 bebés tiburón, especie controlada, y por lo tanto, prohibida su captura. ¿Cómo se va a disculpar de tan grave e irresponsable acción, en la cual involucra a sus pequeños hijos? Quesadillas de cazón para el comedor de Jobamex, su empresa magnate, especialista (a propósito) en seguridad, pero privada. Lamentable ¡Vale la pena reflexionarlo!

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