miércoles, 12 de agosto de 2015

LA INSEGURIDAD Y LA COBARDÍA






LA INSEGURIDAD Y LA COBARDÍA

Luz María Sánchez Rovirosa

“La promesa de seguridad segura, seguramente será inseguridad asegurada”.

 

La inseguridad es un tema que frecuentemente está presente en la pláticas de todos y cada uno de los mexicanos, escuchamos, leemos y vemos por todos los medios de comunicación, noticias escalofriantes acerca de la creciente delincuencia organizada en nuestro país; porque lamentablemente es un mal que se ha ido dejando crecer desde sexenios anteriores y que ahora ha alcanzado niveles exorbitantes afectando la vida diaria de la sociedad mexicana, ya que por desgracia la inseguridad no es algo que solamente afecte a miembros de alguna clase social, religión o sexo; nos afecta a todos por igual por el simple y sencillo hecho de vivir en México.

Hablar de inseguridad, es hablar de distintos factores que están ligados de la mano y que van desde la desintegración familiar, juegos violentos, drogadicción, la gratificación instantánea con el mínimo esfuerzo, la falta de valores, apatía por parte de los políticos de efectuar cambios efectivos, así como el desempleo y la crisis, pero sobretodo, -la corrupción generalizada-.

Entre una política autoritaria e irracional de caciquismos añejos, de corrupción, de abusos, de violaciones consuetudinarias a los derechos humanos, de crímenes, de miserias, marginación, de represión, con rezagos casi irreparables y con una injusta distribución de la riqueza, muchos mexicanos -del otro México-, luchan por sobrevivir, mientras otros tratan de “vivir” cobardemente.

La cobardía es una actitud bochornosa y reprochable que surge frente a ciertas situaciones. Esta posición es muy común en la política y es un sentimiento que experimenta el individuo de acuerdo a su juicio y valoración de los sucesos, sean extremos o no. Pero curiosamente la cobardía es un sustantivo abstracto, que no existe hasta el momento en que el individuo le da vida.

Una persona no será cobarde porque lo determinan los demás; tampoco lo será por haber tomado una actitud determinada frente a un hecho en cuestión. Una persona será cobarde solamente si está convencida de serlo.

Por ejemplo un soldado no es cobarde porque sienta temor por su vida al enfrentar una batalla, eso se llama miedo y es natural en los seres humanos. La cobardía a menudo aflora por la propia conveniencia de los hombres, así que es muy sencillo llegar a la conclusión, de que este -sustantivo abstracto-, es una de las formas que más practican “las clases” de los políticos y los poderosos, como medio de prolongar la seguridad y el bienestar de sus vidas y las de su familia, a expensas del riesgo o de la culpa asumidos por otros (aun cuando no estén involucrados). Aunque vale la pena aclarar, que como en toda regla, hay excepciones.

Las autoridades y gobernantes cobardes, acusan de violentos a los pueblos que se levantan en armas y condenan precisamente, lo que en ellos no se condena; como tampoco condenan el terrorismo cotidiano sobre cada familia (demasiadas) que no tienen que comer, que no caben en los servicios de salud, de educación, que se protegen de la noche entre precarias paredes de láminas de cartón, o bajo el cielo y las estrellas. -Ellos (la mayoría) los poderosos, los autoritarios, los dogmáticos, hipócritas, corruptos y cobardes políticos, condenan y señalan con un dedo acusador, a las víctimas de su propia violencia-.

Estamos viviendo un tiempo en el cual la violencia y el terrorismo siembra de inquietud y dolor las calles de nuestras ciudades y de nuestros pueblos; y los seres humanos cargamos ese dolor que nos tocó vivir; por ello somos el producto de nuestro tiempo, de la decisión de vivir a tiempo nuestro tiempo; y también somos carne viva de las contradicciones de nuestro tiempo. Tiempo al que le permitimos convertirse en dramática historia; al permitir y no luchar por libertar a los cautivos, a los excluidos, a los discriminados, a los condenados, a los -pobres de la tierra-, que son considerados por los absurdos, como los culpables de las “pérdidas de las ganancias”, todo por no ser corruptos.

Hoy, la humanidad se está destruyendo entre sí, están destrozando el presente, para matar el futuro, y esta es la forma de aniquilar que tienen los cobardes, los ciudadanos inertes, los actuales y audaces políticos, siempre con promesas (que la mayoría) nunca serán cumplidas, y que hieren y matan al pueblo igual que las implacables balas. Arrogancia, mentiras, demagogia, y corrupción, que sólo conduce al beneficio personal de unos pocos. Al final, qué importa que el pueblo se muera de hambre y de dolor. ¡Vale la pena reflexionarlo!

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