jueves, 27 de agosto de 2015






DONALD TRUMP, XENOFOBIA HITLERIANA

 

Luz María Sánchez Rovirosa

 

 

“No dije nada que no quisiera decir” Donald Trump.

 

El magnate Donald Trump, hoy aspirante a la nominación por el Partido Republicano a la candidatura de la presidencia de Estados Unidos de América, en uno de sus exabruptos lanzó y ha seguido lanzando infamias en contra de los mexicanos radicados en aquel país, con residencia o indocumentados; afirmando categóricamente que son problemáticos, traficantes, delincuentes, violadores, es decir, personas no adecuadas, y Estados Unidos no será más “el basurero para los problemas de todos los demás”.
 
Lo anterior causó inmediato escozor entre los –compatriotas próceres gobernantes-, como el secretario de gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, quien abrió la boca para sentenciar las acusaciones del multimillonario como “prejuiciosas y absurdas”. Y agregó, que “se ve” que no tiene idea de la aportación que los migrantes de prácticamente todo el mundo realizan, para apoyar el desarrollo de su país.
 
Haciendo memoria a la historia del mundo, recordaremos que Adolf Hitler, desde antes de convertirse en canciller de Alemania, ya tenía la obsesión sobre la raza superior, y en la mayoría de sus discursos y escritos, relevaba su psicótica creencia de la pureza racial y la superioridad de la raza aria, contemplando su prototipo como un hombre rubio, alto y de ojos azules; lo demás era pura bazofia.

Cuando Hitler y los nazis llegaron al poder, estas creencias se convirtieron en la ideología del gobierno que dirigía, y con el apoyo de científicos alemanes, se convencieron, que la raza humana podía ser mejorada mediante la limitación o nulificación de la reproducción de aquellas personas que consideraban "inferiores".

Así que a partir de 1933, a los médicos alemanes se les permitió realizar esterilizaciones forzadas y cirugías a los judíos, a quienes llamaba –raza venenosa-, que hacían imposible que las víctimas pudieran tener hijos. Además de los migrantes (especialmente los gitanos); personas con discapacidad, también fueron víctimas, de tan aberrante acción.

Era tal la aberración a la raza judía, que Hitler dijo antes del comienzo de la guerra que aniquilaría a todos los hebreos; que su testamento apunta: “que hizo exactamente lo que dijo que haría”.
 
¿Pero por qué intercalar el siniestro paso de Hitler por el mundo, con la carrera a la presidencia de Estados Unidos de Donald Trump, tomando en cuenta que empezó como un juego de exabruptos y payasadas?
 
Donald Trump y la multitud de defensores del sistema de inmigración Norte Americano, no reconocen acuerdos comerciales neoliberales, apoyados por Estados Unidos, como el TLCAN, que han devastado las industrias locales, forzando a innumerables trabajadores a cruzar la frontera en busca de trabajo; amén que Corporaciones estadounidenses frecuentemente viajan al extranjero (especialmente a México y hoy China), para aprovechar la mano de obra barata que esos acuerdos han proporcionado; pero cuando curiosamente esos mismos trabajadores tratan de cruzar la frontera de nuestro país con Estados Unidos, se enfrentan a tortuosas penas, prisión, una existencia precaria y una constante explotación y sin recursos legales para la violación consuetudinaria de sus vidas.
 
Así que en este delicado capítulo, existen ancestrales resentimientos y rencores enconados, y quizá de esto está saturado el mundo; pero existe una categoría que sobrepasa toda expectativa razonable, si es que tal expresión pudiera ser aceptable, y que se centra en el campo de la segregación racial; y el señor Trump es justo ese caso. Con una manifiesta xenofobia, hasta ahora contenida, está siendo el protagonista de una repetición de similares patologías, entre ellas, como ya lo mencioné, el histórico y tristemente célebre Holocausto.
 
Algunos se ríen de este engreído adicto al dinero, quien quizá por ahora, disfraza con el velo de su fortuna y sus excentricidades, su verdadera y putrefacta razón (¿?). No lo subestimemos, y no perdamos de vista, lo que igual sucedió con Hitler, y por lo que el mundo entero injustamente tuvo que pagar, con un enorme costo de vidas humanas; por menospreciar -las ocurrencias de aquel loco de guerra-, quien con demasiado tiempo y gente a su disposición, pudo dominar hasta el mismísimo diablo. ¡Vale la pena reflexionarlo!

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