jueves, 22 de octubre de 2015

¿DE PRIMERA O DE SEGUNDA?






¿DE PRIMERA O DE SEGUNDA?

Luz María Sánchez Rovirosa

“La peor consecuencia de la violencia, es que nos estamos acostumbrando a ella, porque nos hemos convertido en rehenes en esta confrontación violenta de ajustes de cuentas."

Efectivamente, la violencia es un fenómeno histórico que está relacionado con el desarrollo social del ser humano. La violencia en todas sus formas, se ha convertido en un tema con el que tenemos que lidiar diariamente, con el latente y grave peligro de enfrentarse a ella y lo peor acostumbrarse a ella como una forma inevitable de vida.

Graves acontecimientos se suscitaron el pasado sábado, cuando un comando o varios hombres con -armas largas- en un taxi, o como usted guste llamarlos, balearon el Bar VIP (uno de tantos), que “Reglamentos y Espectáculos” (de los pasados) Ayuntamientos, sin piedad autorizó a lo largo y ancho de la Costera Miguel Alemán, con venta de alcohol (y muy posiblemente drogas) y en los que se “ejerce” la prostitución; amén que la mayoría funcionan (sin salidas de emergencia), hasta altas horas en la madrugada.
Al respecto, resulta que en un restaurante contiguo de comida italiana (que no de lujo), se encontraba coincidentemente cenando el próximo gobernador del estado Héctor Astudillo Flores, acompañado de su esposa Mercedes Calvo de Astudillo. Sus guardias, quienes contestaron de inmediato la agresión, resultaron heridos, y según se informó no de gravedad, pero desafortunadamente y para variar, en el –fuego cruzado-, un inocente perdió la vida.
Toda esta patética historia, obviamente repercute en la afluencia del turismo para Acapulco. Navieras que están depositando nuevamente su confianza en el puerto para tocar sus aguas, así como visitantes nacionales y foráneos que se esperan para la temporada decembrina.
Pero ante lo ya dramático, “desafortunadamente”, no contábamos con la astucia del Secretario de Fomento Turístico del Estado de Guerrero, Sergio Salmerón Manzanares, quien “afortunadamente” ya se va (y esperamos que para no volver), con sus estúpidas y desatinadas declaraciones sobre los hechos, donde expresa su pesar por los acontecimientos en detrimento del turismo, señalando también que lamenta la pérdida humana, pero que “afortunadamente” no había sido un turista (sic). Es decir, en su irracional criterio, “habemus” dos clases de personas: los de primera, turistas; y de segunda, los acapulqueños, -para servir a usted-. ¿En cuál de los dos grupos se acomodaría toda la clase política: líderes, funcionarios, servidores públicos, autoridades y este sujeto que dice “fomentar” el turismo del Estado de Guerrero?
Se hablan tantas cosas sobre la espiral de la violencia que padece Guerrero con su hermoso puerto de Acapulco, que es uno de los destinos (otrora) más famosos de México y el mundo. Tanta era la fama de su belleza, que recibió el sobre nombre de “La Joya del Pacífico”.

¿En qué momento se perdió el camino y nos convertimos en el último lugar del Índice de las Ciudades más Competitivas y Sustentables, elaborado por el IMCO y Banamex, (Desarrollo Urbano y Desempeño Ambiental); incluso por debajo de Chilpancingo; poniéndonos como ejemplo a otros destinos de playa (Los Cabos y Cancún), como lo que no se tiene que hacer, para no terminar como el Puerto de Acapulco, en unas décadas?

Para que la balanza funcione y pese correctamente tiene que haber equilibrio, en el caso de Guerrero y Acapulco (como de cualquier otro lugar del país), las autoridades no pueden ni deben minimizar los trágicos sucesos para que la actividad turística no se vea afectada. Pero la pregunta surge: ¿Cómo puede no afectar a la gente que aquí vive y al turismo nacional e internacional, el preocupante incremento de asesinatos con violencia extrema y sin ningún límite ni pudor?


De verdad que lamento mucho los recientes hechos sangrientos. Como sociedad, no podemos seguir con los brazos cruzados, porque de continuar así las cosas y las autoridades no cambien para bien, es decir, no desvíen, no usen (para lo que son) o roben recursos (incluso etiquetados), que son vitales para el desarrollo humano; mientras no tomemos conciencia de lo que nos está sucediendo por conveniencia, negligencia, apatía o temor; mientras no tengamos el valor de externar nuestro malestar y exigir el bien común, nunca nos va a llegar. ¡Vale la pena reflexionarlo!     

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