miércoles, 14 de octubre de 2015

MIEDO POLÍTICO


EL MIEDO POLÍTICO

Luz María Sánchez Rovirosa

“El miedo es natural en el prudente, y el saberlo vencer es ser valiente” Alonso de Arcilla y Zúñiga.

El miedo siempre ha sido una de las mejores herramientas con las que cuenta el poder, y que comúnmente utiliza para que la población viva inmersa en él. Las maquiavélicas formas de crear miedos falsos, para -espantar-, obliga a los ciudadanos a crearse corazas para esconderse frente a los caóticos sucesos sociales, que nos consumen.

La definición de miedo en el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia es: “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real, o imaginario”. El miedo, es una sensación muy desagradable que produce desconfianza, suspicacia, sospechas, malicia, escepticismo, etc., y por lo tanto genera la imperiosa necesidad de protegerse de él.

Enfocándonos a nuestra –tan cuestionada- realidad política, el miedo social se manifestaba, principalmente cuando las autoridades eran inquisidoras y practicaban el poder e imponían las leyes, de forma abusiva en contra del pueblo.

Pero hoy en día, el miedo al quehacer político, pero sobre todo a quienes lo realizan, desde cualquier jerarquía, adopta rostros inéditos. Ya no son tan solo los temores acostumbrados, como son las mordazas, las amenazas, los castigos, el bullying fiscal, etc.

Hoy existen formas más sutiles, pero más letales, como son: la minimización de los beneficios sociales, el desempleo, la reducción de nuestro poder adquisitivo, la inercia (a la baja) de la plusvalía de nuestros bienes; que nos empujan cada día más fuerte a la marginación económica y social, y por ende a la limitación de la participación ciudadana en la política.

Y ese miedo de sobrevivir a las recurrentes crisis, en medio de severos conflictos, con una violencia que envilece con sus rudas consecuencias, provocan a su vez, que el pueblo no funcione como tal, entrando en un estado de debilidad, que le impide incluso pensar por sí mismo; y como el miedo es un sentimiento que inmoviliza, hace a la gente vulnerable para ser subyugados y cautivos.

Y entonces los pueblos, las ciudades, las comunidades, se convierten en fantasmas y el miedo se transforma en una realidad cotidiana en la cual las personas simplemente al caminar por las colonias, encuentran cada día, dos o tres tiendas que cerraron, una o dos casas deshabitadas, uno se percata que los meses pasan y las personas pensionadas no cobran el dinero de su jubilación, que no solo no se cuenta con servicios de salud decentes, ni con medicinas. Se topa uno con que los hijos y muchos jóvenes que terminan sus estudios, no encuentren trabajo, siendo cada día presas más fáciles del –crimen organizado-, así como un largo listado de etcéteras.

Así que focalizando al municipio de Acapulco; en estos momentos en que tenemos 15 días con una “nueva” (¿?) administración, la pregunta obligada sería: ¿A qué le tenemos miedo?

Sin lugar a dudas, le tenemos no miedo, sino pánico, a que el –incipiente- alcalde Evodio Velázquez Aguirre, nos llame incrédulos. ¿Cómo le gustaría al presidente y a su ilustre gabinete llamarnos, subordinados, vasallos, súbditos o cautivos? ¿En qué podemos creer, en 15 días, con un gabinete reciclado? ¿Cómo les gustaría a la “nueva” administración mantenernos a los acapulqueños? ¿Acríticos, inmóviles, pasmados, dóciles, etc., dejando pasar de lado todas las inercias negativas de las que estamos siendo testigos?

La crítica es (no se supone), para que la tomen en cuenta y mejoren su actitud y su quehacer,  pero como a kilómetros de distancia se nota que les molesta, por un lado tratan de ofrecer canonjías y prebendas para guardar silencio, o para la crítica lisonjera, es decir, “chayote”. O en su defecto, aplicando -la ley mordaza-, que ofrece puestos y encargos, con el fin de cerrarnos la boca.
Pero uno se pregunta: ¿Cómo nos vamos a quedar callados, si primeramente darnos los servicios y su atención es su obligación, y para eso se les paga, entonces, por qué creen que nos hacen un favor?

Y como quedarse callado, si estamos viendo como este joven presidente decide irse de paseo a escasos días de asumir un cargo tan importante como el de alcalde, y como no conoce el funcionamiento del Ayuntamiento, sus penurias, ni los perfiles de los muchos que le impusieron las circunstancias por las cuales ganó, no planeó, ni escogió a tiempo, a parte de su equipo de trabajo. De esta manera, como un ejemplo, si usted gentil ciudadano desea, necesita o le apura hacer trámites en la Dirección de Plano Regulador pues, olvídenlo, ya que como Evodio no ha asignado al nuevo director, así de simple, esta dependencia no está en funciones.


La palabra coraje, se queda corta, para describir los sentimientos de frustración que nos produce a los ciudadanos que no nos gusta defender lo indefendible, por el bien común y porque no tenemos la lengua comprometida. Sí señor, a mí también me da mucho miedo, pero ¡Vale la pena reflexionarlo!

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