domingo, 22 de mayo de 2016

DIVERSIDAD SEXUAL CONSTITUCIONAL






LA DIVERSIDAD SEXUAL CONSTITUCIONAL

Luz María Sánchez Rovirosa

“El único peligro que existe reside en el mismo ser humano. Nosotros somos el único peligro, pero lamentablemente somos inconscientes de ello. En nosotros radica el origen de toda posible maldad”  Carl Gustav Jung.

El término “diversidad o preferencia sexual” hasta el día de hoy es un concepto alternativo a los llamados –durante la historia-, como  perversión, desviación o aberración, pero que, sin embargo, todavía son muy usados en las sociedades del mundo actual.

El término diversidad sexual, supone el reconocimiento de que todos los cuerpos, todas las sensaciones y todos los deseos tienen derecho a existir y manifestarse sin más límite, que el respeto a los derechos de las demás personas.

Cabe señalar la importancia de utilizar este concepto, como el reconocimiento y el respeto a todos los comportamientos y deseos sexuales, que forman un amplio espectro que está disponible para todo ser humano; mientras no sea una conducta ni compulsiva, ni forzada en su manifestación, ya que quien se involucre en estas actividades, debe hacerse responsable de las consecuencias de sus propios actos.

Nos abocamos en este delicado, intenso, pero importante tema, porque hace un par de días el Presidente de México Enrique Peña Nieto, presentó una iniciativa al Congreso de la Unión, para permitir a nivel constitucional el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Dicha propuesta busca que estos enlaces se realicen sin discriminación, por motivos de origen étnico, discapacidades, condición social, de salud, de religión, de género o preferencias sexuales, para quedar explícito como matrimonio igualitario dentro de La Constitución Mexicana, reformando así el artículo cuarto de la misma.

El Ejecutivo Federal señaló, que el Estado Mexicano debe impedir la discriminación por cualquier motivo, y asegurar la igualdad de los derechos para todas las personas. Así mismo, también declaró, que otra de sus iniciativas implica que México forme parte del grupo llamado -Núcleo sobre las Personas Homosexuales, Lesbianas, Bisexuales, Transgénero o Intersexuales de las Naciones Unidas-, en el cual participan 19 países de distintas regiones del mundo, y que promueve sus derechos humanos a nivel internacional. Todo esto y más, sucedió durante la reunión realizada en Los Pinos, en el día de lucha contra la Homofobia, el pasado lunes 16 de mayo.

Es gratificante (esté uno de acuerdo o no), que este vacío en las políticas públicas de México, que durante largos años permitió una serie de prácticas de marginación, incivilización, rechazo y exclusión, típicas de una –cultura-, que todavía cree que la heterosexualidad es la norma basada en preceptos que se argumentan desde la perspectiva de la religión y la moral, y que desconocen (¿?) los derechos humanos y sexuales de toda persona sin excepción; sea llenado de justicia, para garantizar su legitimidad y vivir libres de prejuicios y  estigmas.

Todo este respeto que muy pronto les será otorgado por cuestiones estrictamente humanas, como a cualquier otro ser humano, jamás debe ser visto (por los moralistas) con sentimientos o actitudes de odio o fobia contra ellos y ellas; pero también es muy importante dejar en claro, que la comunidad lésbico-gay, tampoco debe permitir, que –algunos de sus integrantes- manifiesten sin ningún pudor sus arrebatos pasionales (y de odio y fobias también) en lugares públicos, y que crean que hoy con sus –canonjías legales-, todas las personas los tienen que tolerar.

Así que para terminar (por hoy), me da mucho gusto que muy pronto y de manera constitucional, ya no haya ninguna diferencia entre las -diferencias o preferencias sexuales-, y que los derechos y el respeto sean para todos por igual.

Pero si de respeto hablamos y de consideraciones se trata, todos, absolutamente todos debemos empezar por nuestras propias casas. Los derechos tienen que ser parejos y de ninguna manera se deben ajustar o adaptar en cada caso.


La decencia, la rectitud moral, ética, religiosa, social y pública, tienen que ser preceptos de exigencia igualitaria para todo ser humano en el planeta. Piden –igualdad- y esta les está siendo concedida y nada más; para vivir sin las espantosas humillaciones de las que por años han sido objeto; pero no para desquitarse y herir la sensibilidad de quienes con los mismos derechos que exigen, no piensan igual. ¡Vale la pena reflexionarlo!

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