EL
DILUVIO QUE VIENE
Luz María Sánchez
Rovirosa
“Aún estamos muy lejos de
que nuestro sistema financiero beneficie cotidianamente a la inmensa mayoría de
los mexicanos” Agustín Carstens. (23/septiembre/2013)
Para empezar, quisiera
brevemente recordar con mucho cariño a una gran persona, amiga, y jefa durante
tantos años de franca y amena convivencia laboral. Querida Eloina López Cano
quien ya descansa en La Casa Celestial al lado del Padre, deseo unir mi corazón
con una inmensa plegaria, para agradecer tu presencia en mi vida, y las
oportunidades que tu cariño y tu confianza depositaron en mi persona. Siempre
te recordaré con alegría y con la gran sonrisa que dejaste en este Acapulco tan
querido para ti. Descansa en paz.
Entrando de lleno al tema que
hoy (por lo menos a su servidora) le aflige y mucho, Agustín Carstens Carstens
Gobernador del Banco de México, señaló (como tantas otras veces), que se
vislumbra y ya muy cercana, una de las más graves crisis económicas que la
nación haya padecido en los últimos cincuenta años.
Imposible que su servidora
pueda realizar un análisis profesional, con los escasos conocimientos de
economía con que cuento, pero si puedo externar mi humilde opinión como
ciudadana de México, cuando nos están advirtiendo (los que sí saben), que
estamos al borde de un abismo financiero de connotaciones mundiales, ya que se
agravará la pobreza y con ella la inseguridad, ante un estallido social, que
también se está anunciando.
¿Por qué como ciudadanos
paganos de los excesos políticos nos ha faltado el esfuerzo y la valentía por
mucho tiempo, para poder hablar de lo que es correcto y de lo que es
incorrecto, y si alguna vez lo hemos hecho, con demasiada frecuencia hemos
evitado externarlo?
Gobiernos van y gobiernos vienen
con irresponsabilidad, egoísmo, corrupción, violencia, injusticia; con un
comportamiento como si las decisiones no tuvieran consecuencias. Crímenes sin
castigo, recompensas sin esfuerzo, derechos sin responsabilidades, territorios
sin control y mucho del antagonismo de las virtudes de la naturaleza humana
tolerados, perdonados e incluso incentivados por los mismos ciudadanos.
Los fuertes embates de la
naturaleza virulenta de este gobierno priísta (supuestamente nuevo), golpearon
a México en un momento en el cual la temida crisis financiera se nos manifiesta
nuevamente, -lujosamente ataviada de recesión-. La pregunta que se repite una y
otra vez al paso de los años, al paso de los meses, al paso de los días, al
paso de las horas es: ¿Por qué el gobierno de Peña Nieto se empeñarse en
instaurar una economía retro muy al estilo PRI, pero corregida y aumentada, si
nos ha ido tan mal?
¿Qué expectativas podemos
tener ante el deterioro del escenario social, político y económico en México,
cuando nos damos cuenta que -casi es- irreversible, con la excesiva
concentración del ingreso del país en unos cuantos, en el cual las leyes están
demasiado relajadas, los funcionarios corrompidos y con una democracia
incipiente e imperfecta.
Este diagnóstico que nos
están dando, nos tiene que obligar a analizar cuidadosamente en los aspirantes
a los gobiernos de los estados enlistados para contender en los próximos comicios
del 5 de junio, y reflexionar que en las próximas elecciones, no está en juego el
triunfo de los partidos y del INE, sino el porvenir de México, antes que
lleguemos a los niveles de China, por poner un ejemplo.
La solución a corto plazo,
fue solicitar ayuda financiera a Organismos Internacionales. El Fondo Monetario
Internacional (FMI), accedió una vez más a otorgar un préstamo millonario o
billonario (88 mil mdd) al gobierno de nuestro país por medio de Banxico (Banco
de México), para sostener las reservas (que supuestamente eran muchas y sólidas
antes de la subasta), tenemos que cuestionar ¿A cambio de qué nos sueltan
semejante fortuna, y cómo se obtendrá el dinero necesario para pagar dichos
créditos, con el diluvio que viene?
Aun cuando sabemos que
Agustín Carstens es docto en materia económica; él mismo señaló “que si fuera
político, no le gustaría ser presidente de México”. Ahora juzgue usted, todo lo
que sabrá.
¿Cómo podremos tener confianza
en este –nuevo-viejo- gobierno, si ésta se gana y se fortalece con actos de
honestidad, congruencia y generosidad? La confianza se nutre de hablar con la
verdad, con justicia, realismo y recto juicio. Con transparencia, pero sobre
todo con respeto a la dignidad del prójimo. ¡Vale la pena reflexionarlo!
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