jueves, 30 de noviembre de 2017






SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS


Luz María Sánchez Rovirosa


“La política es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los pobres con el pretexto de proteger a los unos de los otros”. Anónimo.


El PRI según el decir del actual presidente Enrique Peña Nieto, y hoy retomadas palabras más, palabras menos por el “virtual” candidato a la residencia de los Pinos recién destapado José Antonio Meade Kuribreña, es un partido “que asume tareas y responsabilidad en los tiempos modernos de la política”. Y es un partido donde “hemos venido prestigiando la política a partir de dar resultados, de cumplirle a la gente, y de estar con la gente, de hacer nuestras las causas de la gente, que nos demanda y nos exige a los gobiernos para cumplir y servir bien”.


¿Pero por qué decimos que Meade Kuribreña “lo destaparon”? El “tapado”, fue durante largos años una arraigada característica del sistema político mexicano, especialmente del PRI; que a la usanza retro, se supone, que el presidente de la república, era quien tenía tanto el derecho como la responsabilidad de seleccionar a quien sería su sucesor (dentro de un partido dominante con un presidencialismo obsceno); pero con el cuidado de que no fuera a ser debilitado por una oposición entonces sin fuerza. Así que como protección y costumbre, se ocultaba el nombre y la cara del escogido, hasta el preciso instante en que el nombramiento se hacía público.


Mientras llegaba el anhelado momento y a forma de curiosidad, al ungido en cuestión, lo presentaban en sendas caricaturas con una bolsa o un costal en la cabeza, únicamente con dos agujeros en los ojos.


Este añejo y absurdo sistema resulto una realidad fatal para México, ya que una sola persona (el presidente), decidía quién sería el candidato en (supuesta) representación de cientos, miles y millones de mexicanos relegados, y que como nos lo ha mostrado nuestra penosa realidad, siempre hemos pagado los platos rotos, de las terribles equivocaciones, del autoritarismo, por no haber elegido a la persona indicada, que no es lo mismo que preparada y estudiada.


Tras muchos años de esta patética práctica, las relaciones entre presidente y sucesor, se deterioraron, ya que como era obvio, el destapado heredaría todos los problemas con los que él mismo contribuyó; y perversamente sabiendo que ya tenía tanto el poder como la atención, las canonjías y adulaciones, entre mentiras y contubernios, lo ponía en evidencia, dando paso a la truculenta campaña de “yo sí sé cómo hacerlo”



Así que después de más de treinta años de que se decidió no hacer la selección del candidato vía “el tapado o por dedazo presidencial”, hoy somos unos espantados testigos de esta infortunada regresión del presidente Peña Nieto, al imponer la figura de José Antonio Meade, como su sucesor (si gana la contienda), pasándose por alto todo tipo de protocolos políticos, pero sobre todo, brincándose a la vapuleada democracia.


Todos conocemos la sexenal reseña de la participación de Meade durante este gobierno, ya que nos tienen saturada la mente por todos los medios, poniendo a este señor como un dechado de perfección y sapiencia.



Por el momento vale la pena hacer un breve recuento de los daños que este individuo le hizo a México en su trajinar político en el pasado. Todos o casi todos los mexicanos hemos escuchado hablar del FOBAPROA, llamado “El fraude más grande del Siglo”. Un fraude del que José Antonio Meade Kuribreña fue fehaciente colaborador; un fraude que todavía usted, yo y todos los mexicanos, seguimos pagando con sangre, sudor y lágrimas. Y todavía se avienta la puntada de declarar que México le debe mucho al PRI, cuando él no es priísta, y que el PRI es el único partido que ha volteado a ver al pueblo de México. ¿Entonces cuando trabajaba en el PAN, le dio la espalda al pueblo y a las necesidades? ¿A qué PRI se referirá Meade, al de Tlalteloco, al del Fobaproa; al del EZLN; al de Ayotzinapa, al del Muro de Trump; al de los gobernadores corruptos como Moreira, Duarte, Yarrington, Borge, etc., a los que él solapó? ¡Vale la pena reflexionarlo!   

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