SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS
Luz María Sánchez Rovirosa
“La política es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los
pobres con el pretexto de proteger a los unos de los otros”. Anónimo.
El
PRI según el decir del actual presidente Enrique Peña Nieto, y hoy retomadas
palabras más, palabras menos por el “virtual” candidato a la residencia de los
Pinos recién destapado José Antonio Meade Kuribreña, es un partido “que asume
tareas y responsabilidad en los tiempos modernos de la política”. Y es un
partido donde “hemos venido prestigiando la política a partir de dar
resultados, de cumplirle a la gente, y de estar con la gente, de hacer nuestras
las causas de la gente, que nos demanda y nos exige a los gobiernos para
cumplir y servir bien”.
¿Pero
por qué decimos que Meade Kuribreña “lo destaparon”? El “tapado”, fue durante
largos años una arraigada característica del sistema político mexicano,
especialmente del PRI; que a la usanza retro, se supone, que el presidente de
la república, era quien tenía tanto el derecho como la responsabilidad de
seleccionar a quien sería su sucesor (dentro de un partido dominante con un
presidencialismo obsceno); pero con el cuidado de que no fuera a ser debilitado
por una oposición entonces sin fuerza. Así que como protección y costumbre, se
ocultaba el nombre y la cara del escogido, hasta el preciso instante en que el
nombramiento se hacía público.
Mientras
llegaba el anhelado momento y a forma de curiosidad, al ungido en cuestión, lo
presentaban en sendas caricaturas con una bolsa o un costal en la cabeza,
únicamente con dos agujeros en los ojos.
Este
añejo y absurdo sistema resulto una realidad fatal para México, ya que una sola
persona (el presidente), decidía quién sería el candidato en (supuesta)
representación de cientos, miles y millones de mexicanos relegados, y que como
nos lo ha mostrado nuestra penosa realidad, siempre hemos pagado los platos
rotos, de las terribles equivocaciones, del autoritarismo, por no haber elegido
a la persona indicada, que no es lo mismo que preparada y estudiada.
Tras
muchos años de esta patética práctica, las relaciones entre presidente y
sucesor, se deterioraron, ya que como era obvio, el destapado heredaría todos
los problemas con los que él mismo contribuyó; y perversamente sabiendo que ya
tenía tanto el poder como la atención, las canonjías y adulaciones, entre
mentiras y contubernios, lo ponía en evidencia, dando paso a la truculenta
campaña de “yo sí sé cómo hacerlo”
Así
que después de más de treinta años de que se decidió no hacer la selección del
candidato vía “el tapado o por dedazo presidencial”, hoy somos unos espantados
testigos de esta infortunada regresión del presidente Peña Nieto, al imponer la
figura de José Antonio Meade, como su sucesor (si gana la contienda), pasándose
por alto todo tipo de protocolos políticos, pero sobre todo, brincándose a la
vapuleada democracia.
Todos
conocemos la sexenal reseña de la participación de Meade durante este gobierno,
ya que nos tienen saturada la mente por todos los medios, poniendo a este señor
como un dechado de perfección y sapiencia.
Por
el momento vale la pena hacer un breve recuento de los daños que este individuo
le hizo a México en su trajinar político en el pasado. Todos o casi todos los
mexicanos hemos escuchado hablar del FOBAPROA, llamado “El fraude más grande
del Siglo”. Un fraude del que José Antonio Meade Kuribreña fue fehaciente
colaborador; un fraude que todavía usted, yo y todos los mexicanos, seguimos
pagando con sangre, sudor y lágrimas. Y todavía se avienta la puntada de
declarar que México le debe mucho al PRI, cuando él no es priísta, y que el PRI
es el único partido que ha volteado a ver al pueblo de México. ¿Entonces cuando
trabajaba en el PAN, le dio la espalda al pueblo y a las necesidades? ¿A qué
PRI se referirá Meade, al de Tlalteloco, al del Fobaproa; al del EZLN; al de
Ayotzinapa, al del Muro de Trump; al de los gobernadores corruptos como
Moreira, Duarte, Yarrington, Borge, etc., a los que él solapó? ¡Vale la pena
reflexionarlo!
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