LOS
NIÑOS ENJAULADOS
Luz
María Sánchez Rovirosa
“Las
cadenas del hábito son generalmente demasiado débiles para que las sintamos,
hasta que son demasiado fuertes para que podamos romperlas”. Samuel Jonson.
La
migración es un fenómeno demográfico muy complejo que se origina por causas muy
diversas y por lo mismo muy difíciles de determinar. Se da de manera
mayoritaria en los países subdesarrollados o en proceso de desarrollo.
Las
causas socioeconómicas son un detonante que determina cualquier tipo de proceso
migratorio. Pero definitivamente las causas políticas son la fuerza que hace
estallar este problema. Las crisis de los gobiernos recurrentes que crean una
desigualdad de graves dimensiones, la injusticia y la corrupción, dejan grandes
huecos en las oportunidades de la sociedad para vivir dignamente y no
encuentran otra opción que salir de sus lugares de origen, que tan hábilmente los
regímenes los obliga y los expulsa; sin pensar en las terribles consecuencias.
En
México donde se supone que la democracia existe ¿qué medidas de seguridad tiene
el sistema gubernamental de Enrique Peña Nieto para proteger a sus ciudadanos (en
este caso) migrantes, ante un presidente estadounidense visiblemente
desequilibrado, pero “todopoderoso”?
Viene
a colación este importante tema, porque en días pasados nos enteramos de la
desagradable y triste noticia, de que la administración de Donald Trump ha
separado a las familias que han tratado (sin éxito) de cruzar la frontera de
manera ilegal, literalmente enjaulando a los menores de edad, mientras que sus
padres esperan a ser procesados como delincuentes.
Como
en una película de terror son las condiciones indignantes en las que estos
pequeños están retenidos, mientras también esperan volver a reunirse con sus
padres.
El
gobierno de Estados Unidos ha separado a casi dos mil niños de sus progenitores,
después de que anunciara (el pasado abril) que su política migratoria incluye
“redadas masivas”, con cargos penales a los adultos.
El
diputado (de lo que queda del PRD) Agustín Basave señaló (y concuerdo con él), que
las imágenes vistas en los videos difundidos de los “niños enjaulados”, son
medidas de Trump que se asemejan a los “campos de concentración” del régimen
Nazi. Y dijo: “Creo que el tema es tan grave que no podemos ser omisos; es un
acto abominable”.
Pero
mientras esta tragedia sale a la luz y se cuela en los medios de todo el mundo,
en medio del Mundial de futbol y el triunfo de México sobre Alemania, a Luis
Videgaray canciller mexicano, se le mira muy entretenido con la pelota, y muy
lacio para la atención urgente de este dramático problema.
Amén
de condenar “severamente” las medidas que el gobierno de Estados Unidos ha
tomado con las familias migrantes ilegales, y de haber enviado una “carta
diplomática”, donde les señala (con el pétalo de una rosa) que esas políticas
son “crueles e inhumanas”, suavizó especificando que él es respetuoso de que
cada nación sea libre de implementar las medidas que crean convenientes. Pero
pidió (por favor) reconsiderar esos encierros a los menores de edad, ya que los
privan de los derechos humanos; pero olvidó mencionar que también existen “Los
Derechos de la Infancia”. Tratado Internacional.
A su
vez, la embajadora mexicana Socorro Flores Liera ante organismos
internacionales, condenó estos actos y pidió al Consejo de Derechos Humanos de
la ONU, vigilar la Patrulla Fronteriza.
Pero
¡oh sorpresa! Estados Unidos se retiró el pasado martes de dicho Consejo, al
que acusó de tener un “sesgo crónico contra Israel”; patética medida que según
activistas, va a dificultar aún más el avance de las garantías y derechos de
las personas a nivel global.
Ya
sabemos que Donald Trump no es un presidente “cualquiera”, sino un verdadero
político demoniaco, que ha dado la vuelta a todos los pronósticos, hasta los
reservados.
Infortunadamente
los mexicanos también sabemos, que somos representados por un miserable y
malévolo gobierno del (nuevo) PRI, que manipula y hurga tóxicamente las mentes
huecas y vacías.
Perder
lo humano por conducción, obligación o por costumbre es dejar salir los
instintos básicos, esos que no son precisamente los que nos distinguen de los
animales hasta hacernos perder el sentido racional, y por lo tanto, hacernos
perder la dimensión de quiénes somos y qué hacemos. ¡Vale la pena
reflexionarlo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario