México
Estigmatizado
Luz
María Sánchez Rovirosa
“Cuando vean que
para producir necesitan obtener la aprobación de quienes no producen nada;
cuando vean que el dinero fluye a quienes comercian no en bienes sino en
favores; cuando vean que los hombres se hacen más ricos a través de la estafa
que del trabajo, y sus leyes no los protegen de ellos, pero los protegen a
ellos de ustedes; cuando vean que la corrupción es recompensada y la honestidad
se convierte en un sacrificio personal; sabrán que su sociedad está condenada”
Ayn Rand.
En el actual contexto de un México con una severa crisis
económica, social y moral, el pasado martes se llevó a cabo en Mérida, Yucatán,
el último de los tres debates reglamentarios dentro de este panorama electoral.
Una exposición pública de dos horas, donde los candidatos
(en este caso 4), realizan este supuesto “ejercicio democrático” con un
intercambio de verdades y mentiras a medias, agresiones y provocaciones, que incitan a hacer perder el
control a cualquiera de ellos.
Un formato estricto y “mamón”, que no permitió explayarse a los candidatos,
ya que es prácticamente imposible expresar en la brevedad de un par de minutos
ideas tan complicadas de tantos temas sobre la recomposición del país; sobre
todo de manera accesible, para que todo el pueblo pudiera entender.
Este tipo de plataformas deber permitir al elector ser partícipe y formarse
una justa opinión para tomar su decisión definitiva en las urnas. Debemos de
acordarnos, que la realidad de México lo convierte en un país de diferencias
sociales, económicas, educativas y culturales abismales, y que no todas la
medidas tan sofisticadas que “presumen” un par de candidatos, son las más
adecuadas para todos y mucho menos en ciencia y tecnología, donde como nación,
estamos en ciernes.
¿Qué expectativas se tenía del debate? Un espacio de diálogo que aun cuando
sea (en este caso) entre 4 aspirantes, debería ser un diálogo entre el que
habla y el que escucha, es decir, entre el candidato y el elector, no entre los
candidatos y los presumidos y altivos conductores. Lamentable.
En mi humilde opinión fue penoso lo que vimos. Candidatos que no pudieron
contener sus emociones, señalando especialmente a Ricardo Anaya que se dejó
llevar por una ira mal contenida por la que estuvo a punto de perder el
control. Se sabe que en parte, el debate eso, se trata de atacar al opositor; y
si se pueden decir cosas terribles, pero sin perder las formas y el respeto a
los receptores.
Así que hoy nos toca como ciudadanos responsables evaluar el resultado de
esta parte de la jornada electoral, es decir, si seguimos de acuerdo con
nuestras preferencias electorales o se dieron motivos de peso que nos hicieron
reflexionar para hacer un viraje en nuestra determinación en las urnas.
Para su servidora, el debate del martes resultó ser de pose, denso y
aburrido, donde los conductores jalaron las cámaras y los reflectores; amén del
empeño de las negativas alusiones personales y sus propios intereses; más no en
las propuestas sobre el verdadero tema que es “México y sus graves problemas”.
Las campañas negativas sólo funcionan por la ignorancia de las personas con
formación más débil, que caen (vía compra voluntades) en esas redes. Pero en
fin, es un recurso de desesperados, es una locura de viles mentiras que se
repiten y se repiten, cuando se sabe que se ha fracasado.
Esperando de corazón que pasen rápido los días y que ya termine este
suplicio de estas campañas cargadas de odio y violencia, que a mí se me
antojan, un franco proceso de descomposición y desconfianza social ante la
terrible incertidumbre de poder entender si algún día superaremos esta
desigualdad y corrupción que cada día estigmatiza más a México ante el mundo
¡Vale la pena reflexionarlo!
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