EL
REDENTOR
Luz
María Sánchez Rovirosa
“De
ese modo no es cordura querer curar la pasión, cuando los remedios son, muerte,
mudanza y locura”. Fragmento del Ovillejo de Miguel de Cervantes Saavedra.
Durante
el reciente Foro Nacional de Alcaldes realizado en Acapulco y convocado por la
Asociación de Autoridades Locales de México AC (AALMAC) para “combatir las
causas multifactoriales de la violencia” (sic), a decir de Adela Román; quien
además concluyó que invocar la participación ciudadana, sería la herramienta
más poderosa para recuperar la paz y la tranquilidad.
Es muy
común escuchar este tipo de declaraciones de parte de las autoridades y sus
allegados políticos, parientes, compadres y amigos, quienes suelen señalar que
la criminalidad está inmersa en todo el país, creyendo que “tapando el sol con
un dedo”, minimizan la gravedad del problema.
Acapulco
siendo un lugar pródigo y por naturaleza rico, ha sido agredido, vapuleado y
depredado por las mismas autoridades (que a su paso) año tras año deberían
haberlo protegido garantizando la paz, y con ello el progreso.
Específicamente en el caso de Acapulco las autoridades no
pueden ni deben minimizar los trágicos sucesos, y manifestar esas ideas
trasnochadas que bien saben, que no son y no serán nunca la panacea que
limpiará el municipio de esos actos cada vez más violentos.
No me puedo explicar por qué los gobiernos (todos) no
entienden que la violencia gira alrededor de la corrupción, y para que la
balanza funcione y pese correctamente tiene que haber un equilibrio, que es
obvio que no quieren encontrar.
De esta forma somos testigos de la violencia verbal y
mental, pero sobre todo moral, que existe desde la “cúpula” del poder porteño
entre la presidenta municipal Adela Román Ocampo y el ex alcalde Evodio
Velázquez Aguirre, por los desfalcos financieros que supuestamente (¿?) dejó la
pasada administración, y la falta de capacidad de Adelita para solucionarlos,
quien ha llegado hasta las palabras rimbombantes para señalar estos casos como
“bola de mañosos”, amén de encajarles las banderillas a los reporteros atizándolos
para entrevistar al ex alcalde para que explique a los acapulqueños cómo hizo
los fraudes y desvíos, que su inútil gobierno encontró. La respuesta de Evodio
no se hizo esperar y señaló que él dejó al retirarse, finanzas sanas y sin
ningún quebranto económico.
El
caso es que aun cuando lo hagan de lado, los hechos de violencia cada día
crecen más y se han vuelto más grotescos, ante la falta de acción y de
protección; ante un diálogo o intermediación inexistentes; ante una total falta
de voluntad política para suavizar y diluir la insurrección de los grupos
inconformes, que no han encontrado otra forma de llamar la atención o de
hacerse escuchar, que llevándose en su vertiginoso paso a la mayoría de los
ciudadanos sin tener miramientos, ni escrúpulos, ante los disimulados y
permisivos ojos de la autoridad, que
mientras se entretienen en dimes y diretes.
Lamentablemente
todo tipo de violencia, incluyendo la que representa el propio gobierno, va
ganando terreno en nuestra sociedad; porque sabiendo que la raíz de la
violencia está plantada en la injusticia social y en la corrupción ¿cómo
pretende la alcaldesa que la ciudadanía sea parte de la solución de este
problema, cuando es precisamente la sociedad la víctima?
Y mientras
el pueblo vive temeroso y horrorizado, pero también vive como triste espectador,
inerte y silencioso, surge la genial pregunta que le da vueltas en la cabeza a
Adelita: ¿Quién quiere ser el redentor y no salir crucificado? ¡Vale la pena
reflexionarlo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario