¿POR
QUÉ SE ESCONDE ADELA?
Luz
María Sánchez Rovirosa
“Te has inventado un sustituto de la
realidad, porque eres incapaz de enfrentarte a nada”. Reilly.
De todos los
acapulqueños es sabido que Adela Román Ocampo de la coalición “Juntos haremos Historia”;
aceptó el reto de liderar un gobierno muy complicado.
La situación que se
vive en el puerto es terrible, inmersos en una ingobernabilidad donde la
violencia dispone el “orden del día” y donde la seguridad está en manos de un
grupo de “personas, criminales y policías”, que abusan e incluso se atreven a
amedrentar a la sociedad, gozando de una total impunidad por las autoridades en
turno.
De frente y ya sin las
cortinas de humo que trataron de disimular el caos de Acapulco, Adela se
enfrenta (quizá temerosa e incapaz) a todo tipo de aberraciones, que ignoró
desafortunadamente, creyendo que llegar a la silla municipal, era “pan comido.
Efectivamente, la violencia es un fenómeno
histórico que está relacionado con el desarrollo social del ser humano. La
violencia en todas sus formas, se ha convertido en un tema con el que tenemos
que batallar diariamente, con el latente y grave peligro de enfrentarse a ella
y lo peor acostumbrarse a ella como una forma inevitable de vida.
Así que hoy, ante los recientes y
escalofriantes episodios continuos de violencia en el estado de Guerrero y
especialmente en Acapulco ¿Qué es lo que se tiene que hacer?
Para que la balanza
funcione y pese correctamente tiene que haber equilibrio y para empezar en el
caso de Acapulco (como de cualquier otro lugar del país), las autoridades no
pueden ni deben minimizar los trágicos sucesos, y manifestar (como prioridad)
que la actividad turística no se vea afectada por esos actos violentos. ¿Cómo
puede no afectar (al turismo y la gente que aquí vive), un preocupante
incremento de asesinatos con violencia extrema y sin ningún pudor, a cualquier
hora del día?
La visión que tenemos hasta el día de hoy con el gobierno de Adela Román
Ocampo, es la de una administración fallida y tenebrosa con una herencia
maldita (más lo que se acumule), ya que en este gobierno las cosas propias se
han vuelto tan complicadas, intrínsecas y fuera de control, en el cual la
inmensa corrupción, la impunidad, la violencia exacerbada, la denigrante
inseguridad, la ambición, el abuso, el nepotismo, el cinismo y la
insensibilidad, han dado un paso gigante, rebasando totalmente lo que se creía
rescatable.
Pero definitivamente lo más preocupante de esta administración, es la
desaparición de la alcaldesa (rara vez aparece en público) y no se le ve
trabajando por ningún lado. No es difícil percibir que Adela, es una mujer
llena de resentimientos e ineptitud política; pero hambrienta de poder, qué
para justificarse; como avestruz mete la cabeza en la tierra para no ver su propia
incapacidad y antipatía.
Muertos,
desaparecidos, secuestrados, extorsionados y el consecuente miedo de la
sociedad en constante aumento, son parte de los signos diarios del desastre
acapulqueño.
No
existe ciudadano que no padezca estos flagelos directa o indirectamente, ni
conversación en donde no aparezca este tema. Hay, sin embargo, que agregar uno
más que hace a esta realidad mucho más profunda y aterradora; y es la lejanía y
la soberbia sordera de esta roñosa clase política; ante los sueños de bienestar,
transformación, de paz y de desarrollo, que una vez más, han quedado como los
muertos no identificados: sepultados en la fosa común. ¡Vale la pena
reflexionarlo!
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