GUERRERO:
ESTADO SIN LEY NI GOBIERNO
Luz
María Sánchez Rovirosa
“La arrogancia disminuye la
sabiduría". Proverbio Chino.
El día
de hoy daré inicio a este artículo, quizá a modo de conclusión. Los grandes
males que padecemos en el estado de Guerrero, se deben (en parte) a qué como
sociedad, como pueblo, no nos hemos ocupado de la cuestión pública más que en
las urnas. El bien común exige que cada persona incorporada en una sociedad
según su preparación y su capacidad, participe de algún modo en la política.
Desde lo privado, desde lo individual, desde los grupos, contribuir en la
política implica luchar con integridad y con prudencia contra la violencia, la
injusticia y la opresión; contra la intolerancia y el absolutismo de un solo
hombre o de un solo partido.
La realidad nos dice (por lo
menos aquí en Guerrero) que, administración tras administración, por más triste
e irónico que parezca, los gobernadores que han llegado, no tienen ni idea de
que es lo que realmente le hace falta a la gente, y si lo saben, llegan al
“poder” tan condicionados, tan cautivos por todos los “amarres”, compromisos,
promesas, intereses y apoyos que reciben durante el proceso electoral, que
cuando arriban al gobierno, a los únicos que les cumplen (además de sus
bolsillos), son precisamente a quienes le metieron dinero, o “turbo-chamba” a
sus campañas.
La
ingobernabilidad es un fenómeno (en este caso) de naturaleza política, pero
sobre todo de humanidad. La falta de gobernabilidad es una grave crisis de
gestión de las administraciones gubernamentales, es decir, una seria falta de
interés, de moral y de apoyo político (obligatorio) de las autoridades a los
ciudadanos en todos los sentidos.
En el caso específico del estado de Guerrero esta
administración que “dirige” Héctor Astudillo Flores (ni las anteriores); no han
podido o no han querido equilibrar los mecanismos de control que exige un
sistema de gobierno, en los ámbitos político, económico y social, amén que es
un gobierno desfasado en sus ideologías políticas (un desvencijado PRI), y por
lo tanto no le tiene lealtad a nadie.
Para
empezar la inmensa pobreza existente en este estado (para que los gobernantes
de todos los niveles lo entiendan, y ya no humillen a la gente con dádivas), no
es una cuestión de deficiente o poco bienestar. La pobreza es la incapacidad
para conseguir bienestar, debido a la ausencia de medios para lograrlo. Así que
no es posible que un gobernante se pueda valorar tan alto, sin tener en cuenta
sus enormes deficiencias, porque es una inmoralidad y una hipocresía.
Y la verdad, aunque se molesten,
(Astudillo y Cia.), no hay mejor indicador de que un gobierno ha fracasado o
está fracasando en su gestión, como en estos tiempos en los cuales seguimos
viendo la avalancha humana bombardeándolos (en cada evento al que llegan) con
miles de peticiones; y cada petición que reciben, representa una frustración
individual y colectiva, una necesidad y un problema que el gobierno, sus
instituciones y sus funcionarios hasta el día de hoy, no han podido o no han
querido resolver.
¿Qué
nos deparará el destino, si somos fieles testigos de que “el orden y la paz” en
esta administración no llegara, porque el traje de “prepotencia” les quedó
demasiado grande al “mal llamado” Gobernador Constitucional del Estado de
Guerrero, Héctor Astudillo Flores y a su consorte, o con suerte: Merce Calvo y
compañía?
La solución no es dejar (como
siempre), que el gobierno nos canse y nos harte con sus mentiras y abusos. La
solución somos todos, ante tanta humillación, injusticia y tanta violencia imparable.
¿Si el crimen está organizado; por qué
nosotros no? ¡Vale la pena reflexionarlo!
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