LAS LOCURAS DE FOX
Luz María Sánchez Rovirosa
“Que
solito y poca cosa se veía López en el balcón de palacio. Lo que hace la
soberbia y el poder, un palacio para él solito. Triste figura, nadie que lo
acompañe” (sic).
El
Partido Acción Nacional (PAN) nace en 1939, con una ideología humanista de
centro-derecha, planteada a partir de la definición de cuatro principios
fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia Católica: Dignidad de la
persona; Bien Común; Solidaridad y Subsidiariedad. Y como lema: “Por una patria
ordenada y generosa y una vida mejor y más digna para todos”.
Todos
o casi todos conocemos muy bien el significado de estos conceptos, que durante
muchos años cobijaron fielmente al partido blanquiazul; hasta que supuestamente
se abrió la puerta a la “democracia”, aquel inolvidable julio del año 2000,
cuando por mayoría de las voluntades de los mexicanos Vicente Fox Quesada
(candidato panista), fue elegido el primer presidente de México (aparentemente)
no salido de las filas del PRI.
De aquella
memorable elección, nos quedaron (quizá no a todos) recuerdos muy ingratos de
un partido que olvidó sus principios y su lema, y que no supo afianzar su
natural poder con el pueblo de México. Aun así, el siguiente sexenio continuó
siendo panista en la figura de Felipe Calderón Hinojosa, en una controvertida
elección, que no dejó buenas evocaciones, pero sí muy mal sabor de boca a
muchos mexicanos.
Vicente
Fox antes de llegar a los pinos, no había pasado de ser una persona que había
crecido y había sido educado en un medio con más prejuicios sociales y
religiosos. Con estudios en reconocidas universidades jesuitas, y de allí sacó
sus conocimientos en los aspectos técnicos para emprender su actividad
empresarial; y en este campo, llegó a ser presidente de Coca Cola México, donde
se distinguió como un destacado ejecutivo e identificado con la mentalidad
capitalista y ultraconservadora de los republicanos de Estados Unidos de
América.
Fox
participó en el “Grupo San Ángel”, una especie de amasiato de “intelectuales”,
que supuestamente estaban preocupados por la vida política y social de México,
pero por lo que nos cuenta la historia y la realidad, al final demostraron que
su verdadera y única preocupación era el futuro político de cada uno de los que
lo conformaban.
Aun
cuando se suponía que Vicente Fox había tenido la oportunidad de ubicar la
realidad de nuestro país y tener la conciencia clara de sus necesidades durante
sus dos gestiones como gobernador de Guanajuato para ser el anhelado presidente
del cambio; al llegar a la presidencia tras una fuerte campaña publicitaria y
después del júbilo de inicio, se comprobó que era una persona manejable y un
ignorante de la realidad mexicana que pretendía cambiar; finalmente supimos y
sentimos que Fox nunca tuvo idea de cómo y para qué llegó a Los Pinos.
La
política exterior de Fox fue un desastre que no solo dividió a los países
latinoamericanos y puso en evidencia al país; ya que Fox viajó 52 veces al
extranjero con resultados la mayoría de las veces desastrosos, ya que sin
solucionar, ni siquiera mediar los problemas internos de México; pretendió
arreglar los problemas del mundo; al grado que en 2006 (noviembre) el Congreso
le puso un alto al negarle el permiso para viajar a Australia, recordándole que
tenía problemas graves que atender en nuestro país.
No
tengo espacio para escribir las “locuras de Fox” y su familia, de las cuales
miles y miles durante su gobierno fueron reprobables. De esta manera y con una
supuesta alianza temprana con Salinas de Gortari, la cuestión política,
económica y social para México se complicó de manera dramática.
La
pregunta es: ¿Por qué critica tanto el gobierno de López Obrador, cuando este
hombre tan amargado y desorbitado dejó un país frustrado y lastimado; después
de haberle ofrecido tantas expectativas de cambio? ¡Vale la pena reflexionarlo!
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