miércoles, 13 de noviembre de 2019

ERROR DE EVO






¡ERROR DE EVO!

Luz María Sánchez Rovirosa


“No basta saber cómo atacar a los demás con el fuego, es necesario saber cómo impedir que los demás te ataquen a ti”. Sun Tzu.


Hoy tocaremos un tema obligado por las circunstancias: La llegada de Evo Morales con “asilo político” a nuestro país.

Tomando en cuenta lo sucedido en Bolivia, llamado “Golpe de Estado” en contra del gobierno del ex presidente (por fuerza) Evo Morales, el gobierno mexicano, vía su canciller Marcelo Ebrard Casaubón bajo indicaciones del presidente Andrés Manuel López Obrador, y después de ver y escuchar la ola de violencia de los opositores de ese país suramericano, se tomó la decisión (correcta) de brindarle resguardo y seguridad a su integridad física, como un acto de humanidad.

Por supuesto, el disgusto de algunos mexicanos no se hizo esperar, ya que el odio y el encono sentido hacia López Obrador, por diversos motivos; se pasó por ósmosis hacia el ex presidente boliviano, por obvios motivos. Así que vamos a ver que entendemos por golpe de Estado.

Como golpe de Estado entendemos, la actuación rápida y violenta, por la cual un determinado grupo (inconformes) intenta tomar el poder por la fuerza y sin respeto hacia las leyes, con la finalidad de desplazar a las autoridades legítimas y vigentes.

Ahora bien, ¿Qué llevó a los opositores en Bolivia a tomar tan drástica decisión? Como presidente de Bolivia, Evo Morales promulgó la Constitución de 2009, que establece (en este caso), un límite de dos períodos de mandato presidencial seguidos, por razones políticas, jurídicas y legales de aquel país. Pero por reformas específicas a dicha Constitución, el presidente Morales pudo presentarse por tercera ocasión a comicios (que ganó con clara distancia), finalizando dicha administración en 2020.

El problema y el error de Evo, fue aspirar a un cuarto mandato consecutivo hasta el 2025, siendo nuevamente las reformas dispuestas por el órgano electoral, para que esto fuera posible, lógicamente lo que irrito y exacerbó a la oposición que insistió (hasta dejarlo en el exilio), que era improcedente e ilegal.

Nadie puede tener duda de lo que hizo Evo Morales como presidente de ese país durante sus legítimos años de gobierno (por supuesto con sus luces y sus sombras). Empezando por dejar atrás la República de herencia colonial, para convertir a Bolivia en un Estado Plurinacional, reconociendo a todas las comunidades indígenas, tras siglos de marginación y olvido y convirtiendo al país suramericano considerado por centenares de años estancado y convulso, en un lugar digno por su crecimiento económico (uno de los más altos de América Latina) y su estabilidad (hasta hoy) política.

Así que después de escuchar las antipáticas y ríspidas palabras de la “autoproclamada” presidenta interina de Bolivia, la xenofóbica Jeanine Áñez, en una entrevista con CNN; me queda muy claro que la ambición y el odio, son crueles y fatales protagonistas de esta historia.

El odio es un intento por rechazar o eliminar aquello que nos genera disgusto; es decir, un sentimiento de profunda antipatía, aversión, coraje, enemistad o repulsión (en este caso que me ocupa), hacia una persona, así como el deseo de evitar, limitar o destruir a toda costa sus objetivos.

Sorprendida y abrumada, aun no entiendo si este sentimiento que forma parte de la naturaleza humana, pueda ser controlado en México; ya que se sigue propagando rápidamente como una emoción muy negativa, poderosa y altamente peligrosa, es decir, como una preocupante epidemia.

Sin embargo, seguimos siendo testigos que hoy el odio sigue alentándose, a veces de manera sutil, y otras muchas de manera radical y abrupta. El caso es que efectivamente ese negativo y siniestro sentimiento, ha sido compañero de la historia de la humanidad. Pero lo cierto que hoy no se necesita ser especialista porque es fácilmente observable, que en este momento y en México, tristemente se odia mucho más que antes. ¡Vale la pena reflexionarlo!


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