miércoles, 11 de diciembre de 2019

LA HERENCIA MALDITA







LA HERENCIA MALDITA


Luz María Sánchez Rovirosa

Nunca un ser humano, puede llegar a acostumbrarse a la injusticia, porque incluso el más cruel criminal que con sus malas acciones riega la injusticia y el dolor por todos lados; sufre cuando es objeto de la violencia y la injusticia. “Lo que es injusto para unos, nunca puede ser justo para los otros”.

Cuando se les pregunta a los ciudadanos qué es lo que pedirían a cada gobernante en turno para que atendieran como prioridad; creo que la mayoría respondería: La seguridad pública.

Sin embargo, reflexionando los hechos tan graves que desde hace décadas acontecen en el país, se sabe hoy con más apertura mediática, que la delincuencia organizada o narcotráfico, es un hecho que se da en todo el mundo, sobre todo, en lugares permisibles como México. Pero en las sociedades pensantes, educadas y con valores, que respetan las leyes que establecen sanciones para los delitos y para los hechos criminales, y que de verdad se castiga a quienes los cometen, la vida y su desarrollo político, social y económico, es muy diferente.

Pero cuando se quebrantan las leyes o el gobierno permite las acciones que van en contra de la seguridad y la tranquilidad de un pueblo, cuando la corrupción es cobijada por la impunidad, se pone en entredicho tanto a los gobernantes como a las personas que tienen a su cargo la administración pública, incluyendo los sistemas legislativos y los encargados de dar justicia.

Es de esta manera como empieza la desconfianza y muchas veces el repudio que frecuentemente hoy en día conduce a la ingobernabilidad; porque democracia sin gobernabilidad es una contradicción, pero sobre todo es un peligro. Y uno se pregunta: ¿De que nos sirven los procesos electorales a cada rato, supuestamente “eficientes y legales”, si cuando llegan no pueden o no quieren garantizar la seguridad y una procuración de justicia conforme al imperio de la ley?

Sale a colación el tema de seguridad como un tema obligado y de suma importancia siempre a tratar, pero que hoy cobra una relevancia especial, ya que como consecuencia del juicio en Estados Unidos contra Joaquín (El Chapo) Guzmán; hoy entre medio de escándalos mayores, se involucró (secreto a voces) peligrosamente a un personaje muy importante de la administración blanquiazul de Felipe Calderón Hinojosa llamado Genaro García Luna, quien fuera titular de la Secretaría de Seguridad Pública en dicho período; amén de haber sido titular también, de la desaparecida Agencia Federal de Investigaciones durante el gobierno panista de Vicente Fox.

A este maligno, perverso, siniestro y retorcido “personaje”, detenido en días recientes en el estado de Texas, EUA; lo acusan nada más y nada menos de tráfico de cocaína, conspiración y falso testimonio y anexas; y de acuerdo con el Departamento de Justicia de Estados Unidos, el arresto también respondió a que el acusado “recibió millones de dólares, a cambio de protección hacia el Cártel de Sinaloa en sus actividades de tráfico de droga”; así como también recibió de manera personal pagos (sobornos) que oscilaron entre los tres y cinco millones de dólares y lo que se acumule.

¿Qué podemos sacar de esta situación, especialmente las personas que denigran la situación actual, y que aun validan y añoran la estrategia de seguridad del intenso e intrigoso activista y ex presidente de México, Felipe Calderón? ¿Podrán darse cuenta hoy con claridad, lo que este hecho refleja por sí mismo, es decir, la herencia maldita?

Como moraleja nos queda el ser ciudadanos responsables y manifestar nuestras exigencias con la razón, no con el beneficio personal; para hacer posible una política que nos una y por una justicia que reclama en cada uno de nosotros, en nuestras existencias, en nuestras familias, pero también en nuestro prójimo. ¡Vale la pena reflexionarlo!


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