¿QUÉ LE PASA A MÉXICO?
Luz
María Sánchez Rovirosa
“No
porque todo el mudo crea en una mentira, se convierte en verdad”
¿Cuánto
tiempo ha pasado desde que tuvimos el sueño de construir un país democrático,
un país mejor con la alternancia en el poder? 12 años de esperanza fallida. Y hoy
que el PRI tomó nuevamente las riendas de Los Pinos, una vez más probamos las
hieles de ese turbulento y nefasto partido; que de ninguna manera es un
gobierno diferente al que solía ser, ni un gobierno más eficaz, ni más
eficiente, y mucho menos un gobierno más honesto o menos corrupto.
En
toda democracia, las elecciones son el principal método de control de los
ciudadanos sobre sus gobernantes. Mediante el voto los gobernados premian o
castigan a los gobiernos, y actúan como mecanismos preventivos que inhiben a
los gobernantes gobernar con las reglas de la impunidad, de la falta de
honestidad, de la corrupción, del nepotismo, de la prepotencia, etcétera, bajo
el riesgo de ser sacados en la siguiente elección, buscando una mejor opción.
La
tragedia de nuestro país, apenas acercándose a la democracia, es que los adversos
de ese ideal, se están apoderando nuevamente de nuestra nación. Sus
resentimientos, su odio y su irreverencia
acentuada por el retiro de doce años de la silla, han conseguido,
-además del poder-, acrecentar los problemas y debilidades del país. Y uno se
pregunta ¿Qué le pasa a México?
Tenemos
que hacer una profunda reflexión, acerca de esta “nueva” relación con el nuevo (viejo)
gobierno y la sociedad. Los cambios de toda índole, de los cuales hemos sido
testigos y parte en el curso de nuestra historia, -por profunda experiencia-,
deberían darnos una crítica desmitificadora y aterrizar en un realismo que
debemos tomar en cuenta, para como nación emprender el camino correcto.
Si
México es un país con régimen republicano, y la calidad de la sociedad es de
ciudadanos, no de súbditos, tenemos que definirnos como una sociedad libre, con
todo el derecho de coadyuvar con los gobiernos, pero más que nada con todas las
facultades para exigir del gobierno un trabajo que dignifique la vida de los mexicanos
cada día más, es decir, que haya bienestar y justicia para todos por igual.
En
el recuento de los daños pasados y por venir, vemos con tristeza la repetición
de patrones (en cualquier partido), surgidos por el abuso y el acoso de los
gobiernos. Las decisiones aceleradas sobre nuestros impuestos (hoy también, vía
reforma hacendaria), el erario inequitativamente repartido y justificado en
eternos mecanismos de campañas electorales amañadas. Los remiendos y retoques
superficiales o demasiado profundos (reformas) a las leyes y reglamentos, son
una falta total de respeto al pueblo, que sumisamente lo permitimos.
¿Pensamos
que con asistir a las urnas (a cada rato), cumplimos con la parte que nos toca
como mexicanos cívicos? ¿Estamos metiendo la cabeza al hoyo como el avestruz,
para mitigar las humillaciones de que somos objeto de parte de los gobernantes,
después de haberlos escogido para que nos gobiernen?
La
mentira, es decir, la falta de la verdad, -primorosamente expresada- en la
manipulación de la información, en los fraudes electorales, en la ficción de
una economía de bienestar y progreso (global), que se manifiesta en el desempleo, bajos o nulos salarios,
cargas fiscales excesivas e injustas, corrupción, robo y la maldita impunidad.
Todo
esto nos habla peligrosamente de la pobreza de más de 60 millones de mexicanos
y de la exagerada concentración de la riqueza en tan pocas personas. De la
indecencia de los sueldos de los diputados y senadores, quienes sin calidad (no
todos), se dicen nuestros representantes y deciden por nosotros, cuando
nosotros decidimos por ellos.
Por
último, quiero (con mucha tristeza y coraje), externar mi consternación por los
hechos ocurridos en el puerto de Acapulco y por el “accidente” que provocó la
muerte de 37 personas en el “estallido”
-por acumulación de gas- en la torre de Pemex.
La
verdad es que después de estar atenta a las noticias, escuchar las desastrosas
declaraciones de Walton con sus graves repercusiones; y las conclusiones de
“peritos expertos” sobre el “recuento de los daños” en Pemex; en estas
lamentables situaciones, no encuentro las palabras adecuadas para opinar. ¡Vale
la pena reflexionarlo!
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