viernes, 8 de febrero de 2013

¿QUÉ LE PASA A MÉXICO?




 
¿QUÉ LE PASA A MÉXICO?

Luz María Sánchez Rovirosa

“No porque todo el mudo crea en una mentira, se convierte en verdad”

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que tuvimos el sueño de construir un país democrático, un país mejor con la alternancia en el poder? 12 años de esperanza fallida. Y hoy que el PRI tomó nuevamente las riendas de Los Pinos, una vez más probamos las hieles de ese turbulento y nefasto partido; que de ninguna manera es un gobierno diferente al que solía ser, ni un gobierno más eficaz, ni más eficiente, y mucho menos un gobierno más honesto o menos corrupto.

En toda democracia, las elecciones son el principal método de control de los ciudadanos sobre sus gobernantes. Mediante el voto los gobernados premian o castigan a los gobiernos, y actúan como mecanismos preventivos que inhiben a los gobernantes gobernar con las reglas de la impunidad, de la falta de honestidad, de la corrupción, del nepotismo, de la prepotencia, etcétera, bajo el riesgo de ser sacados en la siguiente elección, buscando una mejor opción.

La tragedia de nuestro país, apenas acercándose a la democracia, es que los adversos de ese ideal, se están apoderando nuevamente de nuestra nación. Sus resentimientos, su odio y su irreverencia  acentuada por el retiro de doce años de la silla, han conseguido, -además del poder-, acrecentar los problemas y debilidades del país. Y uno se pregunta ¿Qué le pasa a México?

Tenemos que hacer una profunda reflexión, acerca de esta “nueva” relación con el nuevo (viejo) gobierno y la sociedad. Los cambios de toda índole, de los cuales hemos sido testigos y parte en el curso de nuestra historia, -por profunda experiencia-, deberían darnos una crítica desmitificadora y aterrizar en un realismo que debemos tomar en cuenta, para como nación emprender el camino correcto.

Si México es un país con régimen republicano, y la calidad de la sociedad es de ciudadanos, no de súbditos, tenemos que definirnos como una sociedad libre, con todo el derecho de coadyuvar con los gobiernos, pero más que nada con todas las facultades para exigir del gobierno un trabajo que dignifique la vida de los mexicanos cada día más, es decir, que haya bienestar y justicia para todos por igual.

En el recuento de los daños pasados y por venir, vemos con tristeza la repetición de patrones (en cualquier partido), surgidos por el abuso y el acoso de los gobiernos. Las decisiones aceleradas sobre nuestros impuestos (hoy también, vía reforma hacendaria), el erario inequitativamente repartido y justificado en eternos mecanismos de campañas electorales amañadas. Los remiendos y retoques superficiales o demasiado profundos (reformas) a las leyes y reglamentos, son una falta total de respeto al pueblo, que sumisamente lo permitimos.

¿Pensamos que con asistir a las urnas (a cada rato), cumplimos con la parte que nos toca como mexicanos cívicos? ¿Estamos metiendo la cabeza al hoyo como el avestruz, para mitigar las humillaciones de que somos objeto de parte de los gobernantes, después de haberlos escogido para que nos gobiernen? 

La mentira, es decir, la falta de la verdad, -primorosamente expresada- en la manipulación de la información, en los fraudes electorales, en la ficción de una economía de bienestar y progreso (global), que se manifiesta  en el desempleo, bajos o nulos salarios, cargas fiscales excesivas e injustas, corrupción, robo y la maldita impunidad.

Todo esto nos habla peligrosamente de la pobreza de más de 60 millones de mexicanos y de la exagerada concentración de la riqueza en tan pocas personas. De la indecencia de los sueldos de los diputados y senadores, quienes sin calidad (no todos), se dicen nuestros representantes y deciden por nosotros, cuando nosotros decidimos por ellos.

Por último, quiero (con mucha tristeza y coraje), externar mi consternación por los hechos ocurridos en el puerto de Acapulco y por el “accidente” que provocó la muerte de 37 personas en el “estallido”  -por acumulación de gas- en la torre de Pemex.

La verdad es que después de estar atenta a las noticias, escuchar las desastrosas declaraciones de Walton con sus graves repercusiones; y las conclusiones de “peritos expertos” sobre el “recuento de los daños” en Pemex; en estas lamentables situaciones, no encuentro las palabras adecuadas para opinar. ¡Vale la pena reflexionarlo!

 

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