sábado, 18 de mayo de 2013

EL PROBLEMA DEL LENGUAJE




 
EL PROBLEMA DEL LENGUAJE

Luz María Sánchez Rovirosa

 

“Cuando la virtud flaquea y nos dominan las pasiones, casi siempre las inferiores: la envidia, la vanidad, la avaricia, la lujuria, la pereza; las repúblicas perecen. Cuando ya no podemos dominar nuestros apetitos, estamos listos para ser dominados por el extraño. A medida que la virtud se debilita, crece el río de sangre” Octavio Paz.

En nuestro país, la vida en sociedad está sufriendo un grave deterioro que es motivo de preocupación. Son manifestaciones de ello entre otras, la violencia, las adicciones, la deshonestidad, la desintegración familiar, la corrupción, la injusticia social, y la notoria falta de respeto a la autoridad, provocada por el mal uso del lenguaje de los políticos, que convierten la realidad en mentira, agraviando al pueblo.

El lenguaje constituye un instrumento sin el cual, sería imposible la vida en las sociedades; puede considerarse como la manifestación más importante entre las personas, y éste es el rasgo que mejor define a la especie humana.

Cada persona con su respectivo idioma, debe tener al menos conocimiento de la gramática del mismo; lo que le permite construir y entender enunciados correctos para la comunicación, ya que el lenguaje es algo inherente a la naturaleza humana, en oposición a algunas tesis que lo conciben como un simple mecanismo de estímulos y respuestas.

Las funciones básicas que presenta el lenguaje, pero que se deteriora en el uso inadecuado, son las siguientes: expresiva, cuando el mensaje se centra en la persona que lo trasmite, tratando de expresar lo que desea (no lo que deben), que escuchen los oyentes. La declarativa (comunicación), es la que dirige la atención del oyente al contenido del mensaje que quieren que escuchen; y la impresa, en la cual el enunciado se centra en el oyente, en un intento de modificar su pensamiento o inducirlo a poner atención, justo en la dirección señalada. Ésta también, es la trágica labor de desinformación de algunos medios de comunicación.

Viene a colación esta pequeña información y reflexión lingüística y gramatical, porque me llama mucho la atención, como hacen uso los políticos de la palabra hablada y cómo tantas veces es mal interpretada y manipulada, por las personas tendenciosas que confunden y mienten a la población.

Por lo tanto insisto, el ejercicio de la política debe ser objeto de una investigación incansable de lo que sea útil a la mayoría, de lo que permita mejorar la condición de los más desprovistos y de los más débiles, no sólo en la actualidad, sino en la perspectiva de un desarrollo continuo, que beneficie a las generaciones futuras, con el manejo de un verdadero lenguaje que se traduzca en acciones.

Pero desafortunadamente, la anarquía del quehacer político la engendran nuestros gobernantes, primero por la ambición y muy importante, con el uso inadecuado que hacen del lenguaje (demagogia), que es un verdadero atentado a nuestro bello idioma y al el respeto de los gobernados

Un rápido y fresco ejemplo es, cómo llegó Rosario Robles a Sedesol y a titular de La Cruzada contra el Hambre. El grave problema de los gobernantes que tienen con el lenguaje, radica en la caprichosa confusión con el significado de las palabras; y así el presidente Enrique Peña Nieto en lugar de designar, impuso a Robles, que no es lo mismo. Pero en el extravagante lenguaje que ellos mismos se han fabricado para su conveniencia, todo se vale.

La falta de respeto verbal, obviamente se transforma en un desafío aberrante a la dignidad de las personas, y nos preguntamos ¿Cómo podríamos hacer para que los políticos tomaran la valiosa y valiente decisión de usar correctamente el lenguaje, para evitar el deterioro de la fibra moral, que ocasiona junto con la violencia, la inseguridad, la corrupción, la impunidad, la injusticia social: la destrucción del tejido social? ¡Vale la pena reflexionarlo!

1 comentario:

  1. Vale la pena el artículo. Lástima que los políticos no se preocupan por expresarse correctamente; sólo palabrería hueca que no dice nada. Ahí está el Plan Nacional de Desarrollo, una lista de buenas intenciones, que no dice cómo se logrará.

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