viernes, 26 de julio de 2013

REFLEXIONANDO


 
REFLEXIONANDO

Luz María Sánchez Rovirosa

“Hoy es hoy y el ayer ya se fue. No hay duda. Hoy es también mañana, y yo me fui. Con algún año frío que se fue, se fue conmigo y me llevó aquel año….” Pablo Neruda.

 

Hoy es hoy, no cabe la menor duda, y el ayer se fue y es verdad como dice Pablo Neruda, a pesar de que nuestros ojos sigan viendo con ojos del pasado esta realidad presente. Hoy es hoy y el ayer se fue aunque no acabemos de darnos cuenta. Pero hoy es tiempo de leer con otros ánimos los nuevos tiempos. Hoy es hoy y el ayer se fue, pero no hay duda cuando nos despertamos cada mañana, de la simple y eterna novedad que se sigue cumpliendo, el cotidiano pasar de las horas, los minutos, los días y los años.

Pero cada día al despertarnos, caemos en la cuenta de que este hoy es también mañana y cada mañana nos aproxima a un año más de vida, escenario de una nueva oportunidad de ser y de hacer juntos. Hoy es hoy pero este día al igual que muchos, serán siempre el preámbulo de un mañana, que será el hoy nuevamente.

Pero ¿Qué hay de nuevo en este nuevo día que se avecina? ¿Qué hay de cambio en este cambio de horas? ¿Cómo vivir en un mundo que cambia y no cambia día a día?

¿Cómo podemos iniciar un nuevo día, una nueva semana, un nuevo mes, un nuevo año, mirando alrededor del caos que constituyen los miles de cambios vertiginosos sin un rumbo específico que nos indique que sí existe un futuro promisorio para los seres humanos, para vencer ese sueño de los vencidos?

¿Se puede hablar de un cambio en medio de esta confusión? Hasta este momento, tal parece que no habrá un tiempo distinto a este eterno presente que nos envuelve y que nos llena de una prisa absurda, que es simple y curiosamente una inmovilidad desgastante, una indiferencia social que va matando en vida a todo aquel que se contagia.

Este consentimiento, este beneplácito crónico de un destino que construyeron con nuestro permiso otros, y que al fin es un destino no deseado; sino que es producto de una herencia de generación en generación que sin duda ha permeado en nuestra vida. Esta aceptación de lo que venga y lo que sea, ese sinsentido de pasar por alto la corrupción, la impunidad, la tortura, la violación sistemática de los derechos humanos y de la injusticia social.

No es pesimismo, es la tristeza que da ser testigos como al surgir cualquier rebelión (manifestación) de unos pocos; sea la misma sociedad permisiva, quien los señale y castigue, mucho antes y con más saña que el mismo gobierno, que las leyes, sin que en los demás de los demás quepa el asombro. ¿De qué manera tenemos que actuar como sociedad para entrar de verdad a un mundo nuevo, a un “gobierno nuevo”?

¿Qué tendremos que hacer para vencer la pasividad y la pérdida de la capacidad de asombro, ante la destrucción paulatina y sistemática de nuestra “madre tierra”, de nuestro legado cultural e histórico, ante la imposición del poder y la falta de un verdadero Estado de derecho, ante la mala costumbre de resolver las cosas fácilmente y sin molestia, sin importar los medios? (Mordidas)

Busquemos practicar la felicidad y la paz, a pesar de este entorno que desalienta, busquemos mantener la esperanza en este tiempo de desesperación; busquemos el sentido a lo que hacemos, busquemos la justicia; pero sobre todo, busquemos el rumbo de esta historia que no tiene rumbo.

Vivimos tiempos desequilibrados y fragmentados de una forma desigual, que exigen pruebas  que no suenen a utopías inalcanzables, o a demagogia política. Necesitamos ser partícipes en las propuestas de transformación y del bienestar común. Vale la pena intentarlo, los intentos siempre sirven de algo cuando hay una meta que perseguir, cuando tenemos la convicción de que esta situación tan triste que hoy vivimos en México, puede y debe transformarse, con la fe de que la sociedad puede y debe humanizarse, cuando emprendamos el camino a pesar de las dificultades, y a pesar de que tantas veces pensemos que todo va a seguir igual.

Pero hoy es hoy, y sin duda seguirá siendo el avance de un pasado que se preparó a través de los años con mucha injusticia social, ese destino que desafortunadamente otros construyeron para nosotros, y que hoy, tenemos que repararlo y prepararlo para un mañana, limpio e iluminado para los que vienen detrás. ¡Vale la pena reflexionarlo!

1 comentario:

  1. Me gusta la actitud rebelde de ir caminando por las calles con una sonrisa. No todo es la queja y el manoteo o el berrinche. Si no hay propuesta, nuestra actitud frente a la desesperanza es una buena forma de generar el cambio. Me encantó...

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