¿A
QUÉ LE TENEMOS MIEDO?
Luz
María Sánchez Rovirosa
Les hablan: “A John Lennon
lo mató un fan. A Versace lo mató un fan. A Selena la mató una fan…A ver a qué
hora, chairos. (Reenviado por Ricardo Alemán).
Antes de entrar al tema de
hoy, quiero desear a todas las Mamás, un hermoso y bendecido día.
FELICIDADES!!!
El miedo siempre ha sido una
de las mejores herramientas con las que cuenta el poder, y que comúnmente
utiliza para que la población viva subyugada en él. Las maquiavélicas formas de
crear miedos falsos para causar terror, obliga a los ciudadanos a crearse
corazas para protegerse frente a los caóticos sucesos financieros, políticos y sociales.
Confiada en la Libertad de
Expresión que incluye la libertad de palabra y de prensa y que en nuestro país toma
forma en nuestra Carta Magna, la cual nos privilegia el poder expresar con
respeto y cuidado de obedecer sus limitaciones, nuestros sentimientos e
inquietudes; nuestros acuerdos y desacuerdos; nuestras afinidades y nuestras
molestias.
En estos momentos, es
imposible deslindarse del proceso (llamado campañas) para las elecciones por
venir el 1 de julio, donde “está en juego” (principalmente) la silla
presidencial de Los Pinos; por eso y para
variar nos encontramos de frente ya no a un proceso de campañas, sino a un terrorífico
espectáculo en el cual el futuro del país es la víctima, ya que el costo de los
descréditos, puñaladas, mentiras y ahora ¿subliminales? amenazas de muerte
hacia y entre los candidatos, partidos y sus jerarquías, son muestras
devastadoras de una decadente política, social, cultural y por supuesto
económica para el pueblo de México.
Llego hasta este punto, porque
hace unos días (a través de tuiter), el “periodista” Ricardo Alemán, uno de los
incondicionales “chayotes” del sistema subió a las redes sociales un mensaje
que claramente sugiere cometer asesinato contra uno de los candidatos. No dice
a cuál, pero no lo necesita especificar, porque es obvio.
Dicho mensaje ha sido repudiado
por un alto porcentaje de personas con puestos, títulos, jerarquías,
millonarios o simplemente ciudadanos “normales” que se alarmaron ante semejante
cuestión; pero no faltaron los protagónicos esquizofrénicos que por 5 minutos
de fama, se unieron al vergonzoso y peligroso llamado de Ricardo Alemán.
Hoy al periodista petulante y
repugnante, le quitaron sus chambas de “medio pelo”, es decir sus
participaciones en televisión y prensa escrita, pero lo fuerte (económicamente)
de este señor, son las jugosas canonjías y prebendas económicas que el gobierno
desde hace muchos años (especialmente el PRI), le otorga por bañar de excremento
a los antagónicos de sus adulados mecenas.
Muy lamentable intervención de
este sujeto, sobre todo en estos momentos que vivimos (todo el país) en una
situación de violencia exacerbada, en la cual, miles y miles de personas han
sido afectadas por ejecuciones, desapariciones forzosas, masacres, conflictos
armados, chantajes, sobornos y amenazas, que han dejado una devastación física
y emocional en todo lo largo y ancho del país, que sin dramatizar, por supuesto
que ha afectado (todavía más) el potencial de liderazgo social.
Así que, enfocándonos a
nuestra tan cuestionada realidad política y ante estos lastimosos agregados, el
miedo social al quehacer político, pero sobre todo a quienes lo realizan, desde
cualquier jerarquía, adopta rostros inéditos. Ya no son tan solo los temores
acostumbrados, como son las mordazas, las amenazas, los castigos y el aterrador
acoso fiscal.
Hoy existen formas más
sutiles, pero más letales, como es la reducción (por desvíos) de los beneficios
sociales, el desempleo, la reducción de nuestro poder adquisitivo, la inercia a
la baja de la plusvalía de nuestros bienes, que nos empujan cada día más fuerte
al despeñadero de la marginación económica y social, y por ende a la separación
de la participación ciudadana en la política.
Y entonces los pueblos se
convierten en fantasmas, y el miedo, ya se convierte en un miedo real, al
caminar por nuestras colonias y encontrarnos dos o tres tiendas más que cerraron;
miedo a que los meses pasen y las personas pensionadas no reciben su dinero, a
que no solo no encontremos servicios de salud, sino tampoco medicinas, miedo a
que los jóvenes que terminan sus estudios, no encuentren trabajo, y sean cada
día presas fáciles del crimen organizado, miedo de que tomen tus ahorros de
toda la vida (AFORES) y los utilicen como suyos sin previo aviso. Y así un
largo etcétera más de espantosos abusos.
Y al final exactamente ¿a
qué le tenemos miedo? La palabra coraje se queda corta para describir los
sentimientos de frustración que nos produce a los ciudadanos que no nos gusta
defender lo indefendible por el bien común, y porque no tenemos la lengua
comprometida. Sí señor, yo también tengo miedo, pero ¡Vale la pena reflexionarlo!
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