miércoles, 9 de mayo de 2018

¿A QUÉ LE TENEMOS MIEDO?









¿A QUÉ LE TENEMOS MIEDO?


Luz María Sánchez Rovirosa

Les hablan: “A John Lennon lo mató un fan. A Versace lo mató un fan. A Selena la mató una fan…A ver a qué hora, chairos. (Reenviado por Ricardo Alemán).

Antes de entrar al tema de hoy, quiero desear a todas las Mamás, un hermoso y bendecido día. FELICIDADES!!!

El miedo siempre ha sido una de las mejores herramientas con las que cuenta el poder, y que comúnmente utiliza para que la población viva subyugada en él. Las maquiavélicas formas de crear miedos falsos para causar terror, obliga a los ciudadanos a crearse corazas para protegerse frente a los caóticos sucesos financieros, políticos y sociales.

Confiada en la Libertad de Expresión que incluye la libertad de palabra y de prensa y que en nuestro país toma forma en nuestra Carta Magna, la cual nos privilegia el poder expresar con respeto y cuidado de obedecer sus limitaciones, nuestros sentimientos e inquietudes; nuestros acuerdos y desacuerdos; nuestras afinidades y nuestras molestias.

En estos momentos, es imposible deslindarse del proceso (llamado campañas) para las elecciones por venir el 1 de julio, donde “está en juego” (principalmente) la silla presidencial de Los Pinos; por eso y  para variar nos encontramos de frente ya no a un proceso de campañas, sino a un terrorífico espectáculo en el cual el futuro del país es la víctima, ya que el costo de los descréditos, puñaladas, mentiras y ahora ¿subliminales? amenazas de muerte hacia y entre los candidatos, partidos y sus jerarquías, son muestras devastadoras de una decadente política, social, cultural y por supuesto económica para el pueblo de México.

Llego hasta este punto, porque hace unos días (a través de tuiter), el “periodista” Ricardo Alemán, uno de los incondicionales “chayotes” del sistema subió a las redes sociales un mensaje que claramente sugiere cometer asesinato contra uno de los candidatos. No dice a cuál, pero no lo necesita especificar, porque es obvio.

Dicho mensaje ha sido repudiado por un alto porcentaje de personas con puestos, títulos, jerarquías, millonarios o simplemente ciudadanos “normales” que se alarmaron ante semejante cuestión; pero no faltaron los protagónicos esquizofrénicos que por 5 minutos de fama, se unieron al vergonzoso y peligroso llamado de Ricardo Alemán.

Hoy al periodista petulante y repugnante, le quitaron sus chambas de “medio pelo”, es decir sus participaciones en televisión y prensa escrita, pero lo fuerte (económicamente) de este señor, son las jugosas canonjías y prebendas económicas que el gobierno desde hace muchos años (especialmente el PRI), le otorga por bañar de excremento a los antagónicos de sus adulados mecenas.

Muy lamentable intervención de este sujeto, sobre todo en estos momentos que vivimos (todo el país) en una situación de violencia exacerbada, en la cual, miles y miles de personas han sido afectadas por ejecuciones, desapariciones forzosas, masacres, conflictos armados, chantajes, sobornos y amenazas, que han dejado una devastación física y emocional en todo lo largo y ancho del país, que sin dramatizar, por supuesto que ha afectado (todavía más) el potencial de liderazgo social.

Así que, enfocándonos a nuestra tan cuestionada realidad política y ante estos lastimosos agregados, el miedo social al quehacer político, pero sobre todo a quienes lo realizan, desde cualquier jerarquía, adopta rostros inéditos. Ya no son tan solo los temores acostumbrados, como son las mordazas, las amenazas, los castigos y el aterrador acoso fiscal.

Hoy existen formas más sutiles, pero más letales, como es la reducción (por desvíos) de los beneficios sociales, el desempleo, la reducción de nuestro poder adquisitivo, la inercia a la baja de la plusvalía de nuestros bienes, que nos empujan cada día más fuerte al despeñadero de la marginación económica y social, y por ende a la separación de la participación ciudadana en la política.

Y entonces los pueblos se convierten en fantasmas, y el miedo, ya se convierte en un miedo real, al caminar por nuestras colonias y encontrarnos dos o tres tiendas más que cerraron; miedo a que los meses pasen y las personas pensionadas no reciben su dinero, a que no solo no encontremos servicios de salud, sino tampoco medicinas, miedo a que los jóvenes que terminan sus estudios, no encuentren trabajo, y sean cada día presas fáciles del crimen organizado, miedo de que tomen tus ahorros de toda la vida (AFORES) y los utilicen como suyos sin previo aviso. Y así un largo etcétera más de espantosos abusos.
Y al final exactamente ¿a qué le tenemos miedo? La palabra coraje se queda corta para describir los sentimientos de frustración que nos produce a los ciudadanos que no nos gusta defender lo indefendible por el bien común, y porque no tenemos la lengua comprometida. Sí señor, yo también tengo miedo, pero ¡Vale la pena reflexionarlo!

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