MISTERIOSA CASUALIDAD
Luz María Sánchez Rovirosa
“No hay decisión que se pueda tomar que no venga con
algún tipo de equilibrio o sacrificio” Simon Sinek.
Hoy
es prácticamente obligado por la gran importancia que tiene para México y los
mexicanos, el grave problema que gira a nuestro alrededor, que no es en
sí, la dramática y cuestionada captura y libertad (si así fue) de Ovidio
Guzmán, uno de los hijos del Chapo; sino los efectos colaterales en la “bombardeada”
política, economía y por supuesto sociedad del país, de esta administración.
“Empezaremos por el
principio”. Existe un documento que el gobierno de Enrique Peña Nieto a finales
de 2018, entregó a la administración de Andrés Manuel López Obrador, el cual
señala que, en la República Mexicana, operan 6 grandes carteles y más de 85
células delictivas en las 32 entidades que la conforman.
Dicho documento señala
también, cómo tras la recaptura de Joaquín (Chapo) Guzmán Loera en enero del
2016, los organismos de inteligencia del gobierno peñista, detectaron una
proliferación de las disputas y rivalidades entre dichas organizaciones
criminales; por tal motivo, los índices violentos se dispararon, y tan solo en
lo que va de este año 2019, éstas han provocado más de 27 mil homicidios
dolosos.
Así que, entrando de lleno al
tema y sin detenerme en “narraciones a la carta” (de esas que pululan al por
mayor), lo que tenemos que empezar por comprender es la razón por la cual las
fuerzas de seguridad del país (quién o quienes hayan sido), tomaron la decisión
de llevar a cabo un riesgoso operativo para detener a uno de los hijos del
“Chapo”; por lo que es importante señalar, que la estrategia para dicho fin, dio
inicio hace ya varias semanas, cuando se detectó comunicación entre Ovidio
Guzmán con su novia.
Mientras tanto, la Fiscalía
General de la República, procesaba una orden de aprehensión contra Ovidio
Guzmán según trascendió, derivada de una solicitud de extradición del gobierno
de Estados Unidos. Así que el operativo para la captura de Ovidio Guzmán,
“supuestamente” la llevó a cabo, para los fines de la petición de Estados
Unidos, la Policía Ministerial.
Error de estrategia,
participación de la DEA, traición de alto nivel, muchos yerros obviamente de
López Obrador, etc. son las constantes en este asunto, que muchos antagónicos
de la 4ª transformación le acomodaron el mote de fallida, sin tener elementos
de balanza bajo un análisis realmente serio. Después de todo y de alguna manera,
al recular, se sobreentiende que de haber cumplido a “pie juntillas” la
detención del delincuente; en estos momentos estaríamos hablando de una
tragedia con grandes daños colaterales sin precedentes.
Y entre las fuertes, intensas,
incisivas e insistentes críticas hacia la “operación fallida”; hacia la
(supuesta) “humillación” que sufrió López Obrador, casi nadie se detiene a
reflexionar o siquiera tomar en cuenta, la extraña reunión que sostuvieron el
gobierno priísta de Sinaloa comandado por el “ex empresario” Quirino Ordaz
Coppel, con el director de la DEA; cuando este tipo de reuniones entre altos
funcionarios estadounidenses en materia de drogas, y un gobernador, nunca se
habían dado en México. Misteriosa casualidad.
Reitero que la participación
de la sociedad por el bien común de México tiene y debe de ser más activa, más
abierta, más juiciosa y menos manipulable, ya que las herramientas que se
tienen como derechos propios, que son el voto con todo y su voz, pero también priorizando
los deberes, deben de ser aprovechados por la sociedad, para ejercer todo ese
poder privilegiado como ciudadanos. ¡Vale la pena reflexionarlo!
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