miércoles, 2 de octubre de 2019

NI PERDÓN NI OLVIDO










NI PERDÓN NI OLVIDO


Luz María Sánchez Rovirosa

“La consigna debe ser, no gastar ni un peso menos en lo indispensable y ni uno más en lo prescindible” Carstens.


Los impuestos son contribuciones que se imponen, por lo mismo, nunca ha sido del agrado de los ciudadanos pagarlos, sobre todo si ese dinero no es para asegurar el servicio de calidad para el bien común.

Nuestra conciencia cívica nos dice, que pagar impuestos es un deber, pero desafortunadamente no siempre los mexicanos (cautivos) percibimos que esas contribuciones (obligatorias) sean algo que le de mayores beneficios a México y por ende a los mexicanos.

La evasión de impuestos, y la poca por no decir nula vigilancia hacia las actividades permitidas informales del país (no pagan impuestos), genera un círculo vicioso que termina, en que sólo un porcentaje muy bajo de la población cumpla con su obligación tributaria, siendo éstos, a los que Hacienda siempre sacrifica.

Los impuestos, tributos, contribuciones, etc.; es un tema delicado por la terrible impunidad y corrupción que existe desde la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y específicamente del SAT en su manejo. Hoy con asombro nos enteramos (por decirlo de algún modo), que existen programas de gobierno que otorgan beneficios fiscales a contribuyentes para que “se pongan al corriente en sus pagos”.

Pero lo que tendrían que aclararle los gobiernos a los ciudadanos colaboradores que sí pagaron puntualmente sus tributos, son los nombres de los contribuyentes privilegiados (no se sabe por qué), a quienes gobiernos tras gobiernos los favorecieron disculpándoles el pago fiscal. Pero hoy las que nos ocupa, son: la administración de Felipe Calderón, la cual condonó 83 mil 77 millones 217 mil 954 pesos; y la de Enrique Peña Nieto que no se quedó atrás con impuestos perdonados por un monto de 89 mil 258 millones 557 mil 412 pesos de los cuales no sabemos con certeza para qué “costal” se fueron.

Entre las recientes noticias sobre el tema, que para variar involucran al incomodísimo ex presidente Calderón Hinojosa, muy ufano afirmó que la condonación de impuestos no es una facultad o decisión del Ejecutivo Federal, pues se trató de un beneficio para los contribuyentes previsto en la Ley Fiscal. Una vez más preguntamos, porque somos testigos que la pobreza durante ese período no disminuyó; entonces ¿para cuáles contribuyentes o ciudadanos colaboradores escogidos, fue el beneficio?

Así que estando en el entendido qué a mayor ingresos, negocios y propiedades, tenga una persona, una familia, empresas o sociedades, mayor será el monto que deberá pagar, de forma proporcional, para que estos sean utilizados para el bienestar social del país, es decir, usar lo recaudado única y exclusivamente para el desarrollo de México y toda su gente sin excepción.

Desgraciadamente, quienes hacen las leyes, debería pensar en ellos primero como un deber para cumplirlas y entonces poder exigir los derechos. Desafortunadamente no es así, la triste y descarnada realidad nos dice que, quienes hacen las leyes y quienes posteriormente las modifican y las acomodan a “modo”, solo piensan en los beneficios, privilegios, canonjías para ellos y sus allegados.

Razón por la cual muchos contribuyentes se hacen evasores ya que por desgracia, los proyectos de qué y cómo recaudar, así como la forma de fiscalizar ese dinero que le regalamos al gobierno y que en un porcentaje altísimo “se hace ojo de hormiga”, siempre genera conflictos y desconfianza hacia los gobernantes, porque no percibimos el uso honrado y transparente de dichos recursos, en obras que generen mejoría para los tributarios cautivos; pero sí percibimos, cómo los ungidos cada vez se hacen más ricos y poderosos.

Crear conciencia de esta responsabilidad entre los ciudadanos es un desafío para la actual y golpeada administración. Pero también es una obligación de la sociedad, exigir a sus gobernantes y legisladores un sistema tributario transparente y confiable, en el cual a los que deban, roben y evadan impuestos, no se les otorgue “ni perdón, ni olvido”; para que se estimule la contribución con conciencia para el bien común. ¡Vale la pena reflexionarlo!


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