EL MIEDO
Luz María
Sánchez Rovirosa
“El ánimo que piensa en lo que puede temer, empieza a
temer en lo que puede pensar”. Francisco de Quevedo.
En estos duros momentos, es imposible deslindarse del
proceso de la Pandemia llamada Covid-19, en donde está el jaque principalmente
la salud y la vida de la humanidad; topándonos de frente con un terrorífico
escenario del cual el futuro del mundo es la víctima.
Cualquier tipo de enfermedad es considerada como un estado donde haya un
deterioro de la salud del organismo humano y todas y cada una de ellas,
implican un debilitamiento del sistema natural de defensa de las personas.
Incluso cuando las causas son desconocidas, siempre serán indicadores los
procesos fisiológicos, incluso mentales que se alteran.
El caso del Coronavirus no solamente está afectando, deteriorando e
incluso causando la muerte de las personas, sino que este terrible desafío
sanitario, viene acompañado de una crisis política, económica y social; ya que
la facilidad del contagio, obliga a la distancia personal y al sacrificio (por
indicaciones), de cerrar negocios conllevando a la pérdida de empleos, con las
gravísimas consecuencias que esto implica en el mundo.
En estos momentos en los cuales todos sin excepción danzamos dentro de
un círculo vicioso al que no se le ve (por el momento) salida; ya que todos los
sectores de la economía mundial, están siendo fuertemente afectados y expuestos
a que el riesgo de los problemas de liquidez, terminen con problemas graves de
solvencia con sus dramáticas implicaciones.
Razones sobran para que hoy la humanidad sienta miedo, ese miedo ante lo
inexplicable, ante lo desafiante, ante el peligro, ese miedo que durante muchos
años se forjó de formas manipuladas y maquiavélicas para espantar al pueblo y
obligarlo a la sumisión, escondiéndose bajo reacias corazas, frente a los
caóticos sucesos políticos, sociales y financieros que nos platica la Historia
Universal.
Pero hoy y ante esta crisis (al unísono) mundial, el miedo adopta
rostros inéditos. Ya no son los temores acostumbrados, hoy el miedo es letal,
porque vemos con mucha tristeza como se van (y ya se están) cada día, a ir
reduciendo nuestros beneficios sociales, tanto como se incrementará la falta de
empleo pisoteando nuestro poder adquisitivo, empujando fuerte y llevando a la
aceleración de la pobreza y la marginación.
Miedo de no poder sobrevivir en medio de severos conflictos políticos, a
las recurrentes crisis para tratar de salir adelante. Y entonces, cuando nos asalte
un miedo real de caminar por nuestras calles, es cuando nos volveremos
ciudadanos de pueblos fantasmas.
Y al final, exactamente ¿A qué le tenemos miedo cada quién, la palabra
coraje se queda corta para describir los sentimientos de frustración que me
produce ver cómo y a pesar de la seriedad de esta grave situación, las personas
todavía no entienden que, para salir adelante, tenemos que pensar en el bien
común? “Y la verdad de las verdades”, yo también tengo miedo. ¡Vale la pena
reflexionarlo!
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