miércoles, 4 de marzo de 2020

BABEL







BABEL


Luz María Sánchez Rovirosa


“Solo una conciencia cívica participativa puede sustituir el infantilismo cívico histórico y la corrupción institucionalizada” Carlos Wagner.



El Génesis (origen) primer libro de La Biblia en su capítulo 11, nos habla sobre la Torre de Babel, monumento que empezaron a construir los babilonios con la ambición de que llegara hasta el cielo. Dice el libro del Antiguo Testamento, que Dios castigó la soberbia de los hombres, con la confusión de lenguas.

Desde los tiempos remotos la torre de Babel aparece como símbolo de la ambición y la vanidad humana y como consecuencia, se convierte en la imagen de la confusión y la impotencia que invade al hombre, cuando no puede comunicarse con sus semejantes.

El escrito bíblico, nos da la pauta para introducirnos al confuso y mal entendido mundo de la crítica, esa opinión personal sobre cualquier tema, que siempre debería ser previamente analizada. La palabra crítica viene del griego Kritikós que quiere decir, “capaz de discernir”.

Hoy en día, tenemos la facilidad con las redes sociales de que toda persona que tenga acceso a ellas, tenga la oportunidad y la libertad de debatir los asuntos de interés público y común en el más amplio sentido, ya que en la actualidad y afortunadamente hemos dejado de ser ciudadanos (con voto); pero sin voz.

Desafortunadamente actualmente y estando en el mismo país (en este caso) México, con estas circunstancias de un mundo con tecnologías de punta y fantásticas; curiosamente, todavía se vuelve más grave la confusión y la falta de comunicación, porque aun cuando compartimos el mismo idioma, cada quien habla lo que quiere hablar, y cada quien entiende lo que quiere entender.

Muy consciente estoy, que el gobierno de López Obrador evoluciona con la lentitud propia de la pesada herencia política (aun cuando muchas personas no lo acepten). Y también entiendo y entiendo muy bien, que la popularidad no se gobierna sola, y que los frentazos ante una realidad “ferozmente provocada” por la ciudadanía indispuesta y la oposición sin riendas, han sido fuertísimos y han ayudado y mucho, para hacer casi imposible impulsar el desarrollo equilibrado del país. No dejando de lado los errores cometidos por la actual administración.

La difícil situación por la estamos pasando, es porque en la actualidad el gobierno tiene que lidiar (además de los ya graves problemas que tiene y tenía México), con las rudas zancadillas y las desencarnadas críticas, que se han vuelto cada día más feroces ya que el juicio y/o la crítica, puede y debe expresar inconformidades y defender los derechos sin las limitantes patológicas de la adulación, la sumisión, la envidia, la culpa, el coraje o la venganza, que destrozan las mentes de los más débiles y manipulables.

Estamos envueltos en refriegas, reyertas, desórdenes y confusiones; estamos estancados y no porque seamos incapaces; tenemos los recursos necesarios, pero se han administrado mal y no solo de ahorita; la corrupción y la violencia permean a todos los estratos políticos, sociales y económicos, pero lo más fuerte, es que al gobierno (y lo miro con desconsuelo), lo está maniatando un pueblo “desatado” que exige y aprieta (como nunca), pero que al final, no aporta nada, absolutamente nada para el bien común. ¡Vale la pena reflexionarlo! 

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