miércoles, 11 de marzo de 2020






HUMANOS VS MONUMENTOS Y/O PAREDES


Luz María Sánchez Rovirosa


“Del fanatismo a la barbarie sólo media un paso”. Denis Diderot.


Los Monumentos, centros históricos o en su caso paredes (como los han llamado después de la marcha del pasado 8 de marzo), son los lugares emblemáticos y representativos de cada país en el mundo. Estas edificaciones son un distintivo que distingue el carácter histórico y especial que (en este caso), hacen que México sea identificado por su historia, por la riqueza de su cultura, folclor, para que, visitantes se maravillen ante ellos, y especialmente para que los mexicanos podamos sentirnos orgullosos de nuestro origen.

Sin detenerme mucho en un tema “escabroso”: la “conmemoración” del Día Internacional de la Mujer, en la cual como es sabido, sucedió el terrible atropello que sufrieron (algunos) de dichos monumentos o “paredes”, en manos de personas eufóricas y arrebatadas de violencia (la mayoría de sexo femenino), dando como resultado un daño significativo.

Sale a colación el tema, porque me ha llamado mucho la atención, que, entre los artículos y expresiones (válidas) que recibe uno diariamente en las redes sociales, hay especialmente “unos” que hacen referencia o mejor dicho comparación entre la preocupación de muchas personas por los daños a estas edificaciones, que, a las muertes por violencia, que han sufrido miles y miles de mujeres durante “tantos años”.

Quedando terriblemente sorprendida ante semejante pensamiento, ya que, por supuesto no existe, ni existirá punto de comparación con nada en cuanto a humanos se trate, pero con todo respeto, existen personas que son eso exactamente, personas que tienen la figura humana, pero la humanidad no la conocen, y eso no tiene que ver con la “comparación”, tiene que ver con la “barbarie”.

Pero este “caos” que no es exclusivo del gobierno actual, porque es inherente a México desde hace muchas décadas; no solo es problema de autoridades corruptas y negligentes que no permiten avanzar al país hacia una vida digna para todos sin excepción. El problema más grave es que somos una sociedad que “entendemos” la política, según nuestras afinidades, gustos y conveniencia, y entonces (algunos), vemos la barbarie como justificación, llegando a un punto de satisfacción con la destrucción de las “paredes”, pero dejando muy claro que lo que menos nos importa el prójimo.

Y la pregunta surge ¿Quiénes hacen más daño al mundo? ¿Los que se acomodan y se cobijan bajo la perversidad refinada y desde allí pisotean? ¿O quienes desde la exuberancia se manifiestan, es decir, se hacen presentes, pero son ajenos a la desdicha humana fingiendo un papel de buenos ante la “legitimación” de sus hambrientos y roedores vasallos?

¿O la figura de los llamados bárbaros, que, en este caso, sin justificación ninguna por la desbocada violencia en su actuar, arrasan sin miramientos lo que a su paso encuentran, para tratar de desnudar sus hediondos odios mal entendidos, que les quitan hasta la capacidad de ser humanos? No lo sé. ¡Vale la pena reflexionarlo!

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