HUMANOS VS MONUMENTOS Y/O PAREDES
Luz María Sánchez Rovirosa
“Del fanatismo a la barbarie sólo media un paso”. Denis
Diderot.
Los
Monumentos, centros históricos o en su caso paredes (como los han llamado
después de la marcha del pasado 8 de marzo), son los lugares emblemáticos y
representativos de cada país en el mundo. Estas edificaciones son un distintivo
que distingue el carácter histórico y especial que (en este caso), hacen que
México sea identificado por su historia, por la riqueza de su cultura, folclor,
para que, visitantes se maravillen ante ellos, y especialmente para que los
mexicanos podamos sentirnos orgullosos de nuestro origen.
Sin
detenerme mucho en un tema “escabroso”: la “conmemoración” del Día
Internacional de la Mujer, en la cual como es sabido, sucedió el terrible
atropello que sufrieron (algunos) de dichos monumentos o “paredes”, en manos de
personas eufóricas y arrebatadas de violencia (la mayoría de sexo femenino),
dando como resultado un daño significativo.
Sale a
colación el tema, porque me ha llamado mucho la atención, que, entre los
artículos y expresiones (válidas) que recibe uno diariamente en las redes
sociales, hay especialmente “unos” que hacen referencia o mejor dicho
comparación entre la preocupación de muchas personas por los daños a estas
edificaciones, que, a las muertes por violencia, que han sufrido miles y miles
de mujeres durante “tantos años”.
Quedando
terriblemente sorprendida ante semejante pensamiento, ya que, por supuesto no
existe, ni existirá punto de comparación con nada en cuanto a humanos se trate,
pero con todo respeto, existen personas que son eso exactamente, personas que
tienen la figura humana, pero la humanidad no la conocen, y eso no tiene que
ver con la “comparación”, tiene que ver con la “barbarie”.
Pero
este “caos” que no es exclusivo del gobierno actual, porque es inherente a
México desde hace muchas décadas; no solo es problema de autoridades corruptas
y negligentes que no permiten avanzar al país hacia una vida digna para todos
sin excepción. El problema más grave es que somos una sociedad que “entendemos”
la política, según nuestras afinidades, gustos y conveniencia, y entonces
(algunos), vemos la barbarie como justificación, llegando a un punto de satisfacción
con la destrucción de las “paredes”, pero dejando muy claro que lo que menos
nos importa el prójimo.
Y la
pregunta surge ¿Quiénes hacen más daño al mundo? ¿Los que se acomodan y se
cobijan bajo la perversidad refinada y desde allí pisotean? ¿O quienes desde la
exuberancia se manifiestan, es decir, se hacen presentes, pero son ajenos a la
desdicha humana fingiendo un papel de buenos ante la “legitimación” de sus
hambrientos y roedores vasallos?
¿O la
figura de los llamados bárbaros, que, en este caso, sin justificación ninguna
por la desbocada violencia en su actuar, arrasan sin miramientos lo que a su
paso encuentran, para tratar de desnudar sus hediondos odios mal entendidos,
que les quitan hasta la capacidad de ser humanos? No lo sé. ¡Vale la pena
reflexionarlo!
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