miércoles, 15 de agosto de 2012

EL BLINDAJE


EL BLINDAJE
Luz María Sánchez Rovirosa
“¿Más mezcla “maistro”, o le remojo los adobes?” Refrán Popular
Hoy está de moda la palabra “blindaje” y no solamente para los autos. Es muy frecuente escuchar a los políticos decir que sus acciones están blindadas. Recientemente la “palabrita” se escuchó salir de la boca de Pedro Joaquín Codwell, presidente del PRI, refiriéndose al caso del señor Celaya Valenzuela (involucrado en el crimen organizado), y quien fue asociado a la reciente campaña de Enrique Peña Nieto.

El presidente del PRI señaló que: “El partido está bien blindado, ya que se puso un “blindaje anti crimen”, para evitar que lleguen a cargos de elección popular personas que pudieran tener alguna vinculación con el crimen organizado”; aun cuando dijo que (en este caso), “no quisiera anticipar todavía una culpabilidad a esta persona, ya que no ha sido sometida a un juicio”. Eso es correcto, no sé por qué se deslindan tan rápido de él.

El líder del Partido Revolucionario Institucional, explicó que Celaya Valenzuela intentó ser candidato a diputado federal del PRI en Sonora, pero el priismo de la entidad no lo favoreció, por lo que recurrió a las instancias judiciales, las cuales ordenaron que se inscribiera en el proceso, pero no lo ganó. Por pura curiosidad ¿Por qué no favorecieron su derecho a participar en la contienda, hasta llegar a instancias judiciales?

De esta manera (una vez más), Pedro Joaquín Codwell deslindó al partido tricolor del caso Rafael Humberto Celaya Valenzuela, quien fue detenido en días pasados en España, como “presunto” responsable de narcotráfico, y quien ha presumido su cercanía con Peña Nieto, publicando unas fotos en Facebook (¿?).

El autoengaño o el “síndrome Pinocho”, es una práctica muy común pero muy peligrosa, porque con esta actitud, se modifica, se distorsiona o se cambia la percepción de la realidad para conseguir ciertos objetivos; exagerando (la mayoría de las veces) para lograr el máximo de convencimiento a sí mismo y después a los demás, sin reconocer errores.
Decir mentiras no es bueno, pero creérselas uno mismo es peor, ya que manifiesta la no aceptación a la frustración y al fracaso. Por eso los políticos frecuentemente se auto-engañan, creyendo (que chistosos) que engañan al pueblo. “Pensando” que mediante este recurso, podrán mantener bajo control aquellas facetas, actitudes, deseos, ideas, emociones y sentimientos, que saben son censurables.
Así que con mucha, pero mucha curiosidad preguntaré ¿Qué nivel tan fuerte de blindaje le pusieron al PRI, o qué fuerte les dio el “síndrome pinocho”, que ya no les permite ver para afuera? ¿O es que todos los “malos” ya estaban adentro? Porque las declaraciones de Francisco Labastida fueron muy claras al decir: “También haríamos mal en confiarnos y pretender que algún partido está exento del riesgo de ser penetrado por las bandas del tráfico de drogas (¿?). Fundamentalmente buscan el poder ligado a la aplicación de la justicia y meterse por cualquier lado (¿?). En Sinaloa he sabido casos de gente ligada al narco que está dentro del PAN y del PRI” (sic).
¡Caracoles! ¿Qué sucede con el blindaje priísta? El senador Labastida y el PRI deben saber que nuestra Carta Magna ordena que cuando un funcionario público o autoridad civil saben o conocen sobre un delito, tienen la obligación y el deber patriótico y ético de denunciarlo a las autoridades correspondientes, so pena y pecado de omisión y/o complicidad. La pregunta rezumba y suena: ¿Qué mentira, justificación o deslinde puede dar Codwell por estas declaraciones?
Y bueno, para muestra simplemente el botón del caso Villanueva Madrid, quien fue secretario de Gobierno durante la gestión en Quintana Roo de Pedro Joaquín Coldwell. Por eso me llamó tanto la atención la cuestión del pre-blindaje, en el sentido de proteger las elecciones, al señalar que era necesario blindar a candidatos y los procesos electorales contra la posible filtración del narcotráfico y el crimen organizado. No nos vayan a salir como dice el refrán que: “Lo que no fue en tu año, no fue en tu daño”.
Pasando a otro importante tema, sigo leyendo en los diarios locales que Acapulco repunta y que mantiene su “rango excepcional”. Pero al mismo tiempo y en el mismo diario local, leo la noticia de la lluvia de protestas que se dieron contra el municipio. Toman las instalaciones trabajadores de Conservación y Mantenimiento enojados por despidos injustos de compañeros. Cooperativas acuícolas (buzos y pescadores) sufren recortes presupuestales y Acapulco está señalado como la ciudad que más adeuda las cuotas obrero-patronales. Y para acabarla, como burla, el Ayuntamiento le da un cheque sin fondos al ISSSPEG con el que pretendía pagar dichas cuotas.
Quisiera ser optimista y tener una varita mágica que le cambiara la visión a mis ojos, pero las calles deshechas, la inconformidades de la población, el manto fantasmal en todo el puerto y las noticias (verdaderas) no me lo permiten. Así que en un diario nacional, nos enteramos que Acapulco y Chilpancingo en el índice de competitividad Urbana 2012 del IMCO, ocupan entre 76 ciudades los dos últimos lugares; teniendo el puerto un nivel “muy bajo de competitividad”. Medición a través de 60 indicadores, agrupados en 10 índices, entre los cuales resaltan: Aplicaciones al Derecho, Medio Ambiente, Sociedad, Macroeconomía, Infraestructura, Gobierno, etcétera.
Acapulco es el destino donde la población se siente más insegura en comparación con otros destinos turísticos como Puerto Vallarta y Cancún. Entonces preguntamos ¿Cómo podemos estar tan felices por el repunte vacacional? Acapulco no es las “vacaciones escolares”, es un puerto turístico con dignidad los 365 (366 bisiesto) del año de cualquier año ¿Qué hacer (todos) para reactivar la competitividad de este hermoso y lastimado puerto, en lugar de auto-engañarse y engañar a los demás? ¡Vale la pena reflexionarlo!

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