“YA
VEREMOS, DIJO UN CIEGO”
Luz María Sánchez Rovirosa
“La
soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande,
pero no está sano” San Agustín.
Hace un
par de días, en su toma de protesta ante aproximadamente 3 mil 500 personas en
el Salón Teotihuacán del Centro Internacional Acapulco, Luis Walton nos refregó
cada vez que pudo (cosa que todos sabemos), que recibe un Ayuntamiento -sin
liquidez para cumplir-, es decir, un Acapulco de 10 sin el uno. Que recibe una
alcaldía “severamente endeudada y con una grave crisis financiera y laudos
laborales por 170 millones de pesos”.
Cuando
Luis Walton decidió contender una vez más por la presidencia municipal de
Acapulco, él sabía perfectamente bien la clase de toro que tenía enfrente, y
aun así quiso entrarle a la corrida.
Posteriormente y al llevarse a
cabo la Primera Sesión Extraordinaria de Cabildo 2012-2015, el “inmaculado”
presidente municipal, procedió a tomar protesta a los primeros secretarios que
formarán el equipo que lo acompañará durante su trienio, y a quienes exhortó a
“trabajar por Acapulco, cumplir con su compromiso ante la comunidad y ser
transparentes en el manejo de los recursos públicos”. Estas palabras
“cacofónicas”, me suenan conocidas.
De la misma manera, en su primer
mensaje al cabildo porteño, Walton Aburto convocó a sus colaboradores a unir
esfuerzos sin distingo de color partidista para trabajar en pro del desarrollo
de Acapulco, con el fin de que el reclamo popular de servicios públicos sea
satisfecho a plenitud “pues no podemos dejar las cosas a medias y vamos a
trabajar de tiempo completo. Y sentenció: “Podré equivocarme en nombrar a mis
colaboradores, pero no dudaré en destituirlos si fallan”.
Hoy inicia una nueva “era” para
un -Acapulco lacerado-, del cual Manuel Añorve Baños sin ningún disimulo se
llevó casi todo, dejando tan solo una seria crisis financiera, una espantosa
inseguridad y un deterioro lastimoso de la ciudad. Así que tendrán que pasar
Walton y muchos otros alcaldes honestos para que le devuelvan su dignidad al
puerto.
Y miren que estoy hablando de un
Walton honesto, porque simple y sencillamente quiero beneficiarme de “la duda”,
esa “duda” que emerge de la inseguridad de saber que personas de poca calidad
moral se instalan nuevamente en una comuna que quedará a merced de ellos que
bien conocen el “tejemaneje” de todos los “asuntos”, que ya en otra (o en
otras) ocasiones han pasado por sus manos. Y como dice el refrán: “Ya veremos,
dijo un ciego”.
“La duda”
al cerciorarme que sí le tiembla la mano (aunque él diga que no), al deslindar
a la alcaldesa interina Verónica Escobar de la hecatombe de un gobierno del
cual ella fue partícipe y cómplice, y en sus propias palabras la exoneración: “Quiero
decirle a la ciudadana presidenta municipal, que estoy consciente del desastre
financiero que hay en el Ayuntamiento, pero estoy consciente también que no es
responsabilidad suya, sino de los que la antecedieron”. Con todo respeto
eso no se llama caballerosidad (ni la señora se la merece), sino temor y muy
grave de Luis Walton, de decir la verdad frente a tantas personas. “Ya veremos,
dijo un ciego”.
Me asalta
“la duda” de que la llegada de Luis Walton traiga una nueva esperanza, una
nueva oportunidad de cambio y por ende de progreso. La pregunta se me atora en
la garganta porque quiero, quiero ser optimista, pero francamente no puedo:
¿Cómo pretendemos un cambio, si para renovar se necesita precisamente un
cambio? Y con todo respeto en este gobierno que empieza, somos testigos que la
basura se recicla, es decir, vemos exactamente los mismos “enceres de limpieza”
(¿?), ya re-usados para trabajar bien. (Con sus escasas excepciones). “Ya
veremos, dijo un ciego”.
Luis
Walton recibe un Ayuntamiento hecho un desastre que promete recuperar con la
“ayuda de todos”. Y me pregunto ¿Cuál será la ayuda de todos, si cuando se
trata de acercarse a los funcionarios, con ideas alternas a sus proyectos que
los puedan reforzar, las puertas siempre están cerradas? ¿Nos las abrirá “a
todos” el nuevo alcalde? “Ya veremos, dijo un ciego”.
Y al
amanecer de un nuevo día del Ayuntamiento nuevo, y a un paso del mismo en el
centro de la ciudad, flagrantes y feroces asesinos sin pena alguna, dieron
muerte a una trabajadora del Ayuntamiento de la Dirección de Catastro, dejando
gravemente herido al conductor del taxi en el que viajaban. Ni siquiera se nos
podría ocurrir que pudiera ser un toque de puerta a esta nueva administración.
Lo que sí, no es sólo necesario, sino imperante, que la coordinación de la
Secretaría de Seguridad Pública con su “flamante” ratificado José Manuel
Rodríguez Morales y Guerrero Seguro, sea realmente efectiva y combata -de
verdad- este clima de inseguridad y de pánico de salir a las calles de los
ciudadanos. -Sí no vamos a perder la esperanza, si “todos” vamos a recuperar el
Acapulco que algún día fue-, con todo respeto presidente Walton, esta situación
no puede seguir. “Ya veremos, dijo un ciego”.
Y bueno para terminar (por hoy),
quiero decir que me re-encantó el “discurso del rey”, es decir la arenga de Ángel
Aguirre, siempre a la vanguardia verbal. Así que el gobernador le atizó un
repertorio al nuevo alcalde, que él no canta. -Entre muchas floridas palabras-,
le aconsejó: “Gobernar significa conciliar, armonizar, escuchar con paciencia,
con tolerancia, y nunca caer en la tentación de guiarse por la peor consejera
de la actividad política que es la soberbia”. ¡Ah Caray! ¿Soberbio Luis Walton?
¿Soberbio el gobernador? “El comal le dijo a la olla” “Ya veremos, dijo un
ciego”.
P.D. Y parafraseando a Luis
Walton manifestaré: Podré equivocarme hoy al juzgar al recién estrenado
presidente municipal y a su gabinete, pero no dudaré al escribir las disculpas
si me fallan los pronósticos”. “Ya veremos, dijo un ciego”. ¡Vale la pena
reflexionarlo!
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