miércoles, 1 de abril de 2020

¿QUÉ VA A SER DE MÉXICO?






¿QUÉ VA A SER DE MÉXICO?


Luz María Sánchez Rovirosa

“La vida es una oportunidad, benefíciate de ella. La vida es belleza, admírala. La vida es un sueño, alcánzalo. La vida es un juego, juégalo”. La vida es un desafío, enfréntalo”.  Madre Teresa de Calcuta.

El día de hoy daré inicio a este artículo con la conclusión. Así vemos que los grandes males que padecemos se deben a que, como sociedad, como pueblo, no nos hemos preocupado de la cuestión pública más que en las urnas, en los intereses privados o individuales y en la crítica.

El bien común exige que cada persona incorporada en una sociedad, según su preparación y su capacidad participe de algún modo en la política, lo cual implica luchar con integridad y con prudencia contra la injusticia y la opresión, contra la intolerancia y el absolutismo de un solo hombre o de un solo partido, con críticas, pero también soluciones.

La situación caótica en la que vivimos inmersos los seres humanos, es una muestra de lo frágiles e indefensos que estamos los ciudadanos (cada uno) en nuestro lugar de origen; y todo se deriva de la facilidad con que nos pensamos dependientes de los derechos y beneficios personales que, desafortunadamente frenan la equidad y la justicia que hoy más que nunca tanto necesita el país.

Ante una crisis del tamaño de La Pandemia del Coronavirus, un alto porcentaje de los seres humanos todavía no se instalan en la dramática realidad, en la cual puedan distinguir y diferenciar lo real de lo imaginario; a varios días ya (según cada nación), de un resguardo impuesto, de un “Quédate en casa”, que nos sirve para disminuir y amortiguar los contagios propios y que tan fáciles se dan de este coronavirus y sus consecuencias en todos los ámbitos.

Pero con el necesario encierro en nuestros espacios de residencia, vienen pegados mil y diferentes síntomas o síndromes, que también ponen en peligro (como el Covid 19) nuestra existencia. Empezando por la ansiedad del cómo obtendré mi ingreso económico del cual dependemos con la familia para vivir, sobre todo en las personas (que son muchas) que no tienen asegurado un empleo con su retribución.

La pérdida de confianza y valía en uno mismo frente a semejante doble desafío: enfermedad y vacío; ese vacío que lleva a la infelicidad, a la culpa, a la tristeza, a la depresión, a la desesperación de llegar a no entender lo bueno, lo malo; lo que quiero y lo que no quiero. Síntomas que agravan la hendidura en el tejido social, ante la impotencia de ser tal vez escogidos por el virus; y la impotencia de corregir los estados financieros y el estatus de nuestras vidas, que ya desde ahora, nos destrozan.

Siempre ante una situación que nos afecta viene la duda y la incertidumbre más llana, más plena: ¿Qué vamos a hacer mañana cuando todo esto pase? ¿Qué vamos a hacer ante la paralización de cualquier actividad que permite obtener los recursos para subsistir? Es muy probable que mañana amanezcamos sin habernos infectado, pero también es muy probable que mañana amanezcamos más debilitados social, financiera y humanamente. Y entonces: ¿Qué va a ser de México? ¡Vale la pena reflexionarlo!

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